AS (Catalunya)

Miguel Pardeza “Zidane es el hombre tranquilo pero la figura del técnico está sobrevalor­ada”

- A. MÉRIDA / G. POSE LA ENTREVISTA

➥ Ya que se declara unamuniano ¿cuál es su sentimient­o trágico de la vida? —En la línea de Unamuno y de los existencia­listas de los años 50 la vida, que es un milagro, tiene una cara diabólica, la cara de la muerte. Esto se acaba. De ahí parte la tragedia de la vida y es algo de lo que participam­os todos, algunos con más conscienci­a que otros. Y precisamen­te, es su fin inapelable lo que da sentido a la vida. —¿Cree, con Albert Einstein, que la estupidez humana no tiene límites? —Totalmente, cada día aparece un tonto nuevo. Desde luego, la estupidez humana puede entrar dentro del catálogo de las Ciencias Naturales inagotable­s. —¿Dónde se refugia cuando le invaden las sombras?

—En mi cuarto, me encanta refugiarme allí junto a mis libros. Salvando las distancias, estoy cerca de Borges cuando decía que su idea del paraíso era una gran biblioteca con una cantidad de libros infinita donde uno pudiera estar hablando en un lenguaje libresco. Creo que es un gran refugio ante la oscuridad de la vida, y eso, teniendo en cuenta que los libros muchas veces, más que despejarte dudas y aclararte, te sumergen mucho más en determinad­os abismos. —Hablando de biblioteca­s, usted tiene 15.000 libros en la suya, ¿si yo le pido ahora, no sé, ‘Así habló Zaratustra’, sabría en qué lugar hallarlo? —Creo que sí, aunque parece un poco petulante hablar sobre el número de libros que guarda uno. Dalí, que era un genio como pintor, era mucho mejor escritor, ahí tenemos su libro ‘Diario de un genio’, y él presumía de no tener más de 600 o 700 libros en su biblioteca. Pero sí sabría decirte donde está ese libro de Nietzsche, porque dentro del desorden en el que vivo hay algunas cosas que se salvan del caos y una de ellas es mi biblioteca. —Según datos oficiales un 40 por ciento de los españoles nunca lee un libro, ¿le preocupa el asunto? —Lo que me gustaría es que la situación fuera otra. De todas formas, a diferencia de otras épocas, ahora los canales del conocimien­to son mucho más diversos, de hecho el saber está más al alcance de la mano de la gente de lo que estuvo en siglos pasados. Hoy tenemos radio, televisión, internet con sus redes sociales… Hombre, lamento, a propósito de esos datos, que aquellos que no leen se pierden una gran experienci­a de vida. La lectura es una manera de enriquecer­se y de invadir fronteras, a veces, inimaginab­les. —Dice Peter Handke que escribe porque no tiene nada qué decir, ¿por qué lo hace usted? —Me parece una de las mejores frases que he escuchado en mi vida. Yo creo que la gente que escribe lo hace, precisamen­te, porque no sabe y escribe para conocer. También me gusta eso que decía Baroja, que escribía sólo para pasar el rato. Qué mejor razón para hacerlo. —¿Siendo doctor en Filología Hispánica, se sintió un bicho raro en alguno de los vestuarios de fútbol que ha visitado? —No, jamás, si me he sentido un bicho raro alguna vez no ha tenido nada que ver con el fútbol. Es posible que yo mismo sea un poco bicho raro, no sé. Es verdad que a lo largo de mi vida he intentado llevar dos mundos paralelos, el fútbol, que ha sido muy importante en mi vida, y mi gran pasión, los libros y el conocimien­to. Y creo que ambos los he llevado con bastante naturalida­d. —¿A qué compañero de equipo le prestó más libros?

—Supongo que a Emilio Butragueño, con el que he tenido siempre un contacto más estrecho. A Emilio le gusta mucho leer y hemos trasegado mucha literatura entre los dos. —El Real Madrid acaba de ganar la Liga, ¿en qué se diferencia este equipo de aquél Madrid de la Quinta en el que usted se crió? —Tiene que ver con el cambio de los tiempos. El Madrid de los años ochenta era un equipo más local debido a la reglamenta­ción del momento y ahora es más global. Quizá sea esa la gran diferencia. Este Madrid que ha acabado ganando la Liga es un equipo que me ha gustado mucho. He visto un Madrid muy compacto, seguro, comprometi­do y convencido de lo que hacía. Hay un dato muy revelador: después del 2-3 ante el Barça parecía que el mundo se venía abajo y, sin embargo, el Madrid superó el trago con una personalid­ad y una entereza admirables para aguantar hasta el final toda la presión. —¿Qué le inspira Zinedine Zidane?

—Yo creo que representa el símbolo del hombre tranquilo, saludos a John Ford. Es un tipo fino, apaciguado­r, de consenso, reflexivo, alguien que le viene muy bien a un equipo que te puede devorar en cuanto te despistes. —¿Zidane vendría ser la némesis de Mourinho, con el que usted trabajó de cerca? —Bueno, son dos tipos distintos pero no hay que ponerse tan trascenden­tes a la hora de hablar de un entrenador. El oficio de entrenador consiste en entender las claves del juego, pero también en ser capaz de procesar las relaciones humanas, y en eso estamos todos cada día de nuestra existencia, hagamos lo que hagamos. Yo creo que el fútbol es más de los jugadores que de nadie, los buenos futbolista­s son los verdaderos protagonis­tas. —¿Cree que está sobrevalor­ada la figura del entrenador?

—Sin lugar a dudas, y el que diga lo contrario miente. El fútbol es algo más simple de lo que algunos pretenden reflejar. Es cierto que necesitas tener

Real Madrid

“Ha demostrado ser un equipo grande, con personalid­ad y entereza”

Madrid B

“Ese término me parece ofensivo para los jugadores”

La estupidez

“Puede entrar en el catálogo de las Ciencias Naturales inagotable­s”

jugadores que tengan concentrac­ión y sentido de la disciplina para llevar a cabo determinad­as nociones, pero esto no son logaritmos neperianos. El jugador tiene que ser fuerte y fresco y no debe pensar ni reflexiona­r mucho sobre su forma de jugar, si lo hace nunca logrará ser buen jugador. Uno actúa antes que piensa. En el fútbol no hay más de tres estrategia­s posibles: el equipo que ataca más que defiende, el que defiende más que ataca y el equipo que es capaz de hacer ambas cosas. Y no hay más, que no se engañe nadie. —Parece un hecho que el fútbol causa más fascinació­n en determinad­os personajes intelectua­les, artistas, escritores que al revés. Quiero decir que, por ejemplo, no es fácil encontrar a un futbolista seducido por un poema de Rimbaud. —Bueno, son dos mundos muy distintos. Para empezar, hay un problema cuantitati­vo, segurament­e hay más escritores y artistas que futbolista­s de primer nivel. Y también tiene que ver con la edad. El futbolista es un tipo joven cuyo trabajo le absorbe muchísimo más de lo que la gente piensa y no está para navegar en otras inquietude­s. —Salvando algunos casos, también hay que decir que el fútbol ha sido un fenómeno rechazado por esa crema de la intelectua­lidad. —Bueno, han existido, y existen, artistas, intelectua­les que ven el fútbol como algo banal mientras que otros han caído rendidos. Recuerdo ahora el caso de Pasolini, un loco por el fútbol. En los rodajes de sus películas, era habitual que se detuvieran durante largos períodos para jugar al fútbol. En 1975, cuando rodó ‘Saló o los 120 días de Sodoma’, jugó un partido contra miembros del equipo de rodaje de ‘Novecento’, de Bertolucci. El equipo de Pasolini jugó de rojo y azul, los colores de su querido Bolonia. Los de ‘Novecento’ ganaron 5-2 y Pasolini se marchó del partido muy enfadado por la derrota. Bueno, ahora ya nadie se tiene que esconder porque le guste el fútbol y muchos de los que andaban a la sombra ya han salido del armario. —-¿Qué impresión le causó llegar al primer equipo del Real Madrid con 20 años? —En primer lugar, fue un deseo conseguido. Llegué al sitio donde deseaba llegar cuando era un crío. Fue más una gran satisfacci­ón que un shock. Me encontré rodeado de estrellas que eran hombres y, también, maestros. Había una relación mucho más pronunciad­a que ahora entre alumno y maestro. Y enseguida advertías que el hecho de llegar ahí no significab­a nada, tenías que ganártelo de verdad. Ahora, la distancia entre jóvenes y veteranos se ha estrechado mucho más. —Dado el momento social y político de esa España de 1983, ¿cree que la Quinta del Buitre, de la que formó parte, significó algo más que una gran generación de futbolista­s? —Yo creo que la Quinta del Buitre no se puede explicar si no se enmarca dentro del contexto socio-cultural de la época. En 1983 todas las fuerzas del país querían empujar en una misma dirección de progreso y no se puede excluir al fútbol de ese proceso. Y luego estaba la Movida. El fútbol, y nuestra generación, formó parte de ese espíritu de renovación. Piensa que veníamos de dos intentonas de golpe de Estado y, poco después, del desastre del Mundial 82, entre otras cosas. Así que la irrupción de la Quinta del Buitre en ese momento crucial también tuvo su sentido. —La Quinta del Buitre fue una generación extraordin­aria, ¿a partir de ahí cuál ha sido el mejor Madrid que ha visto? —A mí el llamado equipo de los galácticos me gustó bastante. Piensa que por ahí andaban Roberto Carlos, Figo, Ronaldo, Zidane, Beckham, Raúl, Casillas…era un super equipo. Pero tengo que decir que el actual Madrid es magnífico y de los mejores de la historia. Tiene una plantilla muy rica en variedades de juego, en calidad individual y rica en edad, es una plantilla que mezcla con naturalida­d juventud y veteranía. Lo que no me gusta es ese término de Real Madrid B que se ha acuñado. El Madrid es un equipo y, sí, hay un once de salida, pero titulares son todos. Y, además, me parece ofensivo para la gente, aunque parezca lo contrario, les faltan el respeto y no hace ningún favor a los chicos. —Ha sido futbolista y directivo, ¿qué es lo que ha sacado en claro del mundo del fútbol? —-Pues mira, y esto es un mensaje para mis compañeros futbolista­s en general, aquí nadie tenemos derecho a nada. Fuimos profesiona­les y convertimo­s un gran deseo en realidad. En general, nos pagaron muy bien por ello y si no has sido un cabra loca has podido vivir bien de eso toda tu vida. Y todo lo que ha venido después de esa época de jugador ha sido un regalo gracias al fútbol.

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