El Calderón, laboratorio del fútbol del futuro
Acoge Imperdible_02 del Cotec: robots futbolistas, leyendas, tecnología...
Una fila de gente caminaba por el palco, hacia la sala VIP Hamburgo, mientras la música de los Ramones quedaba atrás, bajo los 47º grados de sol que, ayer a mediodía, caían sobre el césped del Calderón. Porque sí, ayer el Calderón volvía a tener césped, aunque fuera artificial: el viejo estadio se despidió del fútbol oficial pero este fin de semana le ha abierto la puerta al del futuro, en un festival organizado por Cotec, fundación para la Innovación:
Imperdible_02. En la sala VIP Hamburgo era donde estaban los robots que juegan a fútbol.
“Están diseñados por chicos de hasta 19 años y son capaces de tomar decisiones por sí mismos”, explica Eduardo Gallego, representante español de RoboCup Junior. ¿Cómo? “Juegan a fútbol como lo hacen los ciegos pero, el balón, en vez de tener un cascabel emite infarrojo, los robots tienen sensores para detectar la pelota”.
Eslovenia, Croacia, Portugal y España se jugaban ayer en el Calderón la Euro Soccer Junior.
En el otro extremo del palco, la realidad virtual había tomado la sala VIP Bucarest. Juegos antiguos de fútbol Arcade, EA Sports y decenas de niños esperando su turno para lanzarle penaltis a un simulador o pararlos con gafas de realidad virtual. En medio, el reposo, las charlas, mesas redondas y un torneo entre empresas emergentes (Futboltek, Sukan, Goldenboy...) con ganadora, JoinSP, dedicada al análisis estadístico de equipos con inteligencia artificial.
Bajo los 47º grados, torneos de freestyle, futbolines de todas las modalidades, duelos de panna (fútbol 1x1 en jaulas de cinco metros) y sobre todo la cancha, el césped de vuelta al estadio. Primero lo estrenaron Lori Meyers y después, leyendas de La Roja como Julen Guerrero.
Estebaranz. Después, futbolistas como De la Red, Víctor Sánchez del Amo o Quique Estebaranz, con una sonrisa de nostalgia. “Siento mucha melancolía, yo crecí aquí, pero es una pena que hay que ir pasando”. Además, Imperdible le permitió algo: el último gol del Calderón fue suyo. Ni de Torres, Correa o Pedraza. Suyo. “Mmm.
No lo había pensado”, esgrimió. “Pero cuando termine el partido aunque sea de manera oficiosa haré pin: he marcado el último”. Imperdible. Y hoy sigue. Volverán a sonar los Ramones.