AS (Catalunya)

Cristiano, un zar en Moscú

Su gol de cabeza relanza a Portugal Son 13 dianas en sus últimos ocho partidos con su país Rusia, triste y plana Ahora le espera el trámite de Nueva Zelanda

- CARLOS A. FORJANES

Con razón Rusia temblaba ante la presencia de Cristiano. El astro portugués desnudó lo que es la selección rusa a un año vista de su Mundial: un equipo que amenaza con ser la España de 1982 o la Sudáfrica de 2010, invitados de cartón piedra en su propia fiesta. Putin, que pide (más bien ordena) a sus futbolista­s que “sean guerreros”, no estará contento con poner simplement­e el atrezzo...

Cristiano no tuvo que jugar a ir abriendo las matrioskas de la poblada defensa rusa. En el minuto 8 les hizo un roto del que Rusia ya no se recuperó más. Bernardo Silva, el nuevo capricho de Guardiola, analizó por dónde entrar, Guerreiro metió un centro buenísimo y Cristiano le puso una banderilla a Kudryashov (que ni saltó) y otra a Akinfeev, al que el cabezazo a quemarropa le pasó entre las manos.

A Fernando Santos le llueven críticas pese a la Eurocopa y no esperará piropos aún con este buen resultado, pero con colegas como el osetio Cherchesov, un bigote enfadado a un hombre pegado, todo es más sencillo. El rácano selecciona­dor ruso es un cepo para su equipo. La primera ocasión de la Sbornaya fue en el minuto 41. Mientras, Cristiano estuvo a punto de convertir a Vasin en carne de meme con un regate espectacul­ar hacia afuera tras una bicicleta, pero Akinfeev despejó como pudo el punterazo a lo Ricardinho del madridista. Se echó el telón al primer acto con números elocuentes: Portugal, el 62% de la posesión. Rusia, un disparo, y fuera.

Salvando las distancias, Cristiano está cómodo con la Seleçao porque, al igual que el Madrid de Zidane, es una Portugal de laterales: de Guerreiro y de Cedric, la versión portuguesa de Carvajal (miden lo mismo de alto), que nadie se explica qué hace aún en el Southampto­n. De sus centros punzantes y de la privilegia­da cabeza del siete vive Portugal. El equipo baila agarrado a su líder y este le ha devuelto el afecto con 13 goles en sus últimos ocho partidos con su país. Un país abrazado a un ídolo. “Cristiano, casémonos”, decía la pancarta de una aficionada en la grada del Spartak Stadium. Amor en Moscú.

Hasta André Gomes parece que se ha dejado a su gemelo errático en Barcelona. Solvente, estuvo a punto de servir el 0-2 a Cristiano en el 63’, aunque al madridista le faltó flequillo a su peinado de marine para dirigir bien la pelota. Pero Portugal, aún con un Cristiano motivado y letal, no va sobrada en esta Copa Confederac­iones y se dejó llevar. La última media hora Rusia escapó de su propio selecciona­dor y casi desmontó a Portugal del modo que lo hizo México en el primer partido. A balón parado. Fue en el 92’, Dzhikya voló por encima de Pepe y Rui Patricio se quedó lívido... aunque la pelota se fue unos centímetro­s alta.

Portugal tiene ahora un previsible trámite este sábado contra los

All Whites, el reverso futbolísti­co de la todopodero­sa selección neozelande­sa de rugby. Y esperar a ver quién cae en semifinale­s: Alemania o Chile. Con Cristiano como MVP.

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