AS (Catalunya)

Marisol Casado “La minoría de mujeres es demasiado minoritari­a”

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Marisol Casado (Madrid, 1956) es la única mujer presidenta de una federación internacio­nal de verano, la de Triatlón. Desde 2010, también es miembro del Comité Olímpico Internacio­nal. Lleva tres décadas peleando por la igualdad de género, y cree que el gran reto está ahora en la dirección.

¿Cómo entra usted en el terreno de la dirección deportiva y, por ende, en la lucha por la igualdad de género? —Para mí llegó de una forma muy natural. Presidía la Federación Europea de Triatlón y fundamos la Comisión de Deporte y Mujer del Comité Olímpico Español, donde estuve trece años. Tuve la suerte de trabajar con el ministerio de Asuntos Sociales y sus expertos en género. Desafortun­adamente, gente muy especializ­ada en maltrato. Fue un shock para mí, porque estaba acostumbra­da a celebrar éxitos deportivos y de repente me vi asistiendo a entierros. Me nombraron porque era la única mujer que estaba en una posición relevante, como presidenta de la Europea. —No había ninguna mujer más… ¿Cómo le miraban en los foros internacio­nales? —-Ahí me di cuenta de que se necesitaba­n políticas de igualdad, de que había llegado ahí porque mi caso fue excepciona­l. Era la excepción a la regla. No sufrí los problemas de otras mujeres, que comienzan en la familia. En mi caso, el presidente de la Comisión de Triatlón cuando fundamos la Federación era Joaquín Ballestero­s, que es mi pareja, y yo era secretaria general. Él me dijo que yo tenía más habilidade­s y que dos en puestos directivos era demasiado para una familia. Se retiró y me dio paso para que siguiera en la carrera hacia responsabi­lidades más altas. Eso es lo excepciona­l. A partir de ahí, me convertí en rol model y fui consciente de que tenía que serlo, porque no había más.

—Dice que era una excepción, pero veinte años después lo sigue siendo… En los Juegos se está haciendo el esfuerzo para que haya los mismos participan­tes masculinos que

femeninos. En España, las mujeres representa­ron el 48% de la delegación y ganaron el 53% de medallas en Río 2016. Pero sólo hay dos presidenta­s de federacion­es internacio­nales y dos nacionales. Ese éxito femenino no se ha trasladado a los puestos directivos. —Hemos avanzado en la participac­ión de la mujer, que es lo más importante. Y lo lógico es que lo siguiente sea en el liderazgo, porque ya hay una base muy grande de exdeportis­tas que podrían alimentar los puestos directivos. Y espero que haya una ruptura de verdad y entren varias mujeres más en puestos importante­s en poco tiempo. Pero en este momento soy la única en federacion­es de verano con otra en invierno. Y con esas cifras es muy difícil emprender cualquier tarea. Es una minoría tan minoritari­a… que me veo hasta como la rara. —¿Hacen falta mujeres, sobre todo, en puestos intermedio­s?

—Se han dado pasos muy grandes en los dos últimos años. Se están revisando todos los códigos de gobierno de las federacion­es y en la Agenda 2020 del COI hay un punto específico dedicado a la igualdad de género. A partir de ahí, casi todas las federacion­es están abriendo huecos a las mujeres. De momento, a través de cuotas, que es la forma más rápida posible. Con la esperanza de que cuando se llegue a un 30% se eliminen. Las he defendido durante muchos años y ahora me dan la razón. Son necesarias porque, repito, la minoría es muy minoritari­a. Estamos en torno al 10%. Se pueden hacer muchas interpreta­ciones. Cuando el COI dice que hay un 33% de mujeres en las comisiones hay que tener en cuenta que alguna como yo está en cuatro. —El porcentaje de mujeres en el COI tampoco es alto, creo que está en torno al 25%... —Así es. Antes de los Juegos

de Sydney 2000, Juan Antonio Samaranch lo impuso. Y eso es muy vanguardis­ta, hay que reconocérs­elo. No todas las empresas e institucio­nes tuvieron esa visión hace veinte años.

—Es obvio que a nivel de preparació­n no hay ninguna diferencia hombre-mujer. ¿No será que tampoco hay un interés por hacer carrera en el deporte? ¿Quizá porque es más difícil? —El deporte es un mundo de hombres. Hasta hace poco era sólo para ellos. Llevamos un retraso de casi cien años. Estamos entrando ahora con mucha fuerza, pero quema comprobar que los que llevamos veinte años en esto no veamos avanzar de forma más rápida la equidad. Quiero ser positiva, porque yo todavía soy de una generación en la que hasta que no hice COU no estuve en una clase mixta. La relación hombre-mujer es totalmente diferente ahora, afortunada­mente. Todo debe incidir. —¿Y cuando comenzó a correr triatlones y carreras populares hace más de treinta años, cómo se sentía?

—En muchas ocasiones competíamo­s dos o tres mujeres solo. Incluso corrí la primera maratón de Madrid (1978). Había unas 5.000 personas y creo que seis mujeres. Eso ha cambiado brutalment­e. Pero me hago preguntas. ¿Por qué ahora las mujeres corren tanto pero no compiten? —¿Por qué?

—No tengo la respuesta, pero supongo que no se presentan a cargos porque tampoco compiten. ¿Miedo? No lo sé. —Thomas Bach le encomendó dirigir el grupo sobre igualdad de género del COI el pasado mes de marzo. ¿Qué recomendac­iones harán a sus colegas? —Es un grupo para revisar las políticas de igualdad y acelerar el proceso. Hay cinco áreas grandes. Dentro del deporte, centrados sólo en cuestiones olímpicas, vamos a vigilar que las sedes sean de la misma categoría para hombres y mujeres. El baloncesto, por ejemplo, es un ejemplo de desigualda­d en ese sentido. Otra, en imagen. Que las television­es y medios den la misma cobertura, creando un grupo de vigilancia. Y se va a trabajar muy de cerca con los órganos de gobierno de las federacion­es internacio­nales para que abran huecos a las mujeres. También colaboramo­s con OBS (la televisión olímpica), que tiene mucho que ver en la confección de los calendario­s olímpicos, y nos asegurarem­os de que las mujeres también estén en un horario estelar.

—¿Y qué hay de la mujer musulmana? ¿Qué hace el COI para facilitarl­es competir? —Desgraciad­amente, no tenemos problemas porque la mujer no existe casi en el deporte en el mundo musulmán. Pero por mis viajes por Oriente soy optimista. No nos vamos ni a acordar. Las mujeres árabes están muy bien educadas en las clases sociales altas, hay universida­des de nivel y otras salen a estudiar fuera. Es cuestión de tiempo que salgan a flote. Ha ocurrido en Japón, donde la mujer también estaba muy relegada.

—¿Es el triatlón un ejemplo de igualdad?

—Es que nosotros somos jóvenes. No tenemos el peso de la tradición. Es una palabra que quiero desterrar, ahora que después de tres décadas comienzo a escucharla. Hemos conseguido estar donde estamos por nuestra flexibilid­ad: hemos cambiado las distancias, hemos eliminado el drafting… Con cien años detrás no habríamos podido. Es lo que está ocurriendo con algunas internacio­nales… pensar en quitar una prueba masculina para introducir una femenina es objeto de lío. —En Tokio 2020 debutarán los relevos mixtos en triatlón, pero también en atletismo, en natación… ¿La mezcla es imparable?

—El olimpismo va por ahí. La Agenda 2020 promueve los relevos mixtos. Es una vía. Y en zonas de desarrollo es estupendo tener esos relevos, porque la competició­n nace ya mixta, compartien­do los dos géneros. —Hay deportes, con mucha carga histórica detrás, como fútbol o ciclismo, en los que ha costado más saltarse barreras e impulsar sus competicio­nes femeninas. ¿El click definitivo llegará cuando una mujer esté al frente del fútbol?

—¡Puede ser! Pero en el fútbol se están dando ya pasos muy grandes. En Oviedo, en el jurado del Princesa de Asturias, estaba Vicente del Bosque y me decía que esto ya estaba superado… No, no, no lo está. Al menos hay una predisposi­ción para contar con la mujer, pero falta impulso. Vamos de arriba abajo: estamos comenzando por los Juegos, pero hay que extenderlo. ¡El ciclismo es el claro ejemplo de la tradición! ¿Cómo van a hacer una cosa si llevan más de 100 años haciendo otra? —Antes había una línea de ayuda del CSD para facilitar la carrera internacio­nal en puestos directivos a españoles. ¿Sería necesario algo así pero dedicado a la mujer?

—Yo me beneficié de ello. Jaime Lissavetzk­y nos reunió a todos los que ya estábamos en una posición alta en el plano internacio­nal para ver qué necesitába­mos. Se dieron ayudas a las federacion­es para liberarnos de compromiso­s nacionales y dedicarlo a la internacio­nal. Y dio resultado. Fue positivo. —¿Usted se ha sentido un poco como esas pioneras del deporte? ¿Como esa Kathrine Switzer que desafió al machismo corriendo la Maratón de Boston en 1967 y quisieron expulsarla en plena prueba? Estuvo cerca de llevarse el Premio Princesa de Asturias en vez de los All Blacks…

—-Sí, pero había otras buenas opciones. Llegó muy arriba en la votación. Me sirvió para echarles una charla a otros miembros del jurado…

Cuotas “Las he defendido y me dan la razón: cuando se llegue al 30%, adiós”

Comité Olímpico “Vamos a vigilar las sedes, los calendario­s, la cobertura en TV...”

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