AS (Catalunya)

Fermín Cacho “Mi plata de Atlanta dio más valor al oro del 92”

Fermín Cacho (Ágreda, Soria, 48 años) venció en Barcelona 92 en los 1.500 metros con un ataque final explosivo en una carrera táctica resuelta en la última media vuelta. Cuatro años más tarde el soriano, ahora residente en Andújar, fue plata en los Juegos

- ÁNGEL CRUZ

Su imagen con los brazos abiertos y gesto de desbordant­e alegría entrando en la meta de los 1.500 se convirtió en uno de los iconos de Barcelona. ¿Qué recuerdos tiene ahora de aquello? —-El mejor recuerdo que guardo es el cruzar esa línea de meta y saber que era campeón olímpico. Un sueño. —-¿Qué hizo en las horas previas a la carrera?

—-Lo de siempre. Estar tranquilo, calentar por la mañana, comer, descansar, tomar un café, ir al estadio en autobús, estar centrado pensando en la competició­n… Lo normal. —-¿Es cierto que después de comer, el día de la prueba, ya anunció que iba a ganar? —-Se lo dije a Martín Fiz: “Me voy a tumbar un rato y luego voy a ser campeón”. Y se lo repetí a Enrique Pascual cuando me despedí de él para ir a la pista. “Vete a la grada, que pronto vas a ser el entrenador del campeón olímpico de 1.500 metros”. —-¿A quién temía?

—-A Noureddine Morceli, sin ninguna duda. Había sido campeón mundial el año antes y era el gran favorito. A los demás les respetaba, pero Morceli era otra cosa. —-La carrera fue muy lenta, táctica, y usted resolvió las cosas atacando por dentro a falta de 200 metros. ¿Por qué esa maniobra tan peligrosa? —-Vi el hueco por el que podía pasar. Era difícil y arriesgado, pero lo vi claro y pasé, protegiénd­ome un poco con el brazo derecho. Lo había hecho otras veces, por ejemplo en el Campeonato de España de 1990.

—En la recta final estaba claro que iba a ser el vencedor. —-Cuando iba por la mitad de esa recta, a la altura del podio, pensé que algo muy malo me tenía que pasar para no ser campeón. —-Y al pasar por ese podio, ¿no pensó que poco después iba a recibir allí la medalla de oro? —-A tanto no me dio tiempo, la verdad.

—-¿Y cuando subió…?

—-Estaba más nervioso que en la línea de salida. ¡Mira que si tropiezo o algo así y hago la gracia del día! Y recordé que en 1986, cuando tenía 17 años y salía del instituto, me enteré de que Barcelona había ganado la nominación olímpica e iba a organizar los Juegos de 1992. Y pensé: “¡Cuánto me gustaría ir allí y ser campeón”. Y se cumplió. —-En lo alto del podio, ¿se acordó de alguien en particular? —-De Tito González Margaride, un atleta y amigo que ese mismo año, dos meses antes de los Juegos, sufrió una trombosis, que le dejó secuelas.

(Tito González Margaride era un atleta de 13:28.57 en 5.000, que compitió posteriorm­ente en paralímpic­os y fue medalla de bronce en los Juegos de Sydney 2000). —-Corrió con el dorsal 404, cuyos números suman ocho, y la final de 1.500 metros fue el día 8 del mes octavo (agosto) aproximada­mente a las ocho de la tarde. —-Sí, y en los Mundiales de Barcelona 1995, en pista cubierta, los encargados del hotel donde se alojaba la Selección me dieron la habitación 404, la de mi dorsal. Fue un detalle. —-Y en los siguientes Juegos, otro podio olímpico, esta vez en Atlanta. —-La plata de Atlanta le da más valor al oro de Barcelona. Por si alguien decía que había sido casualidad. Yo defendía el título y estaba muy bien, pero a falta de una vuelta se cayó Hicham El Guerrouj y tuve que saltar por encima de él como si fuera un triplista. Me cogió unos metros Morceli y ya fue imposible para mí. Vas al límite y si te sacan una pequeña ventaja se convierte en inalcanzab­le.

(Fermín Cacho es el único atleta español que ha subido a dos podios olímpicos: oro en Barcelona 1992 y plata en Atlanta 1996. Además, ha sido dos veces subcampeón mundial, en 1993 y 1997, y, en los Europeos, oro en 1994 y bronce en 1998). —-Un cuarto de siglo de los Juegos de Barcelona. ¿Qué le parecen, vistos desde la distancia en el tiempo? —-Ya ha pasado tiempo, sí… Tuvieron una organizaci­ón fantástica y lo mejor fueron los voluntario­s, que ayudaban en todo en la Villa Olímpica, en el Estadio, en cualquier sitio. Te facilitaba­n siempre las cosas. Demostramo­s que éramos capaces de hacer algo así de bien. Y, además de una muy buena organizaci­ón, conseguimo­s grandes resultados deportivos. En el Mundial de fútbol de 1982 la organizaci­ón fue buena, pero falló el resultado.

Después de comer le dije a Martín Fiz: ‘Me voy a tumbar y luego voy a ser campeón”

Al subir al podio estaba muy nervioso. ¡Mira que si me caigo y hago la gracia del día!”

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