AS (Catalunya)

Un maillot en 350 metros

Aru, nuevo líder Froome sufrió al final Bardet se llevó la etapa

- JUAN GUTIÉRREZ LA CRÓNICA

Bastaron 350 metros para cambiar el rostro de este Tour, para desenmasca­rar a Chris Froome, que pasó un momento crítico, la mayor crisis que se le conoce desde que domina la ronda francesa. Sólo queda la duda de qué hubiera ocurrido con más valentía entre sus opositores, si alguien hubiera vareado el olivo. No hubo osados, por eso el premio es menor. La etapa para Romain Bardet y el maillot amarillo para Fabio Aru. No está mal, pero los Campos Elíseos se abren en el horizonte. A eso deben aspirar. Froome se mostró débil, perdió la prenda por primera vez durante su reinado, y ahora los rivales han visto un agujero por donde colarse. Quienes ya no estarán entre los retadores, definitiva­mente, son Nairo Quintana y Alberto Contador. Se derrumbaro­n.

Contador había tomado la salida con un gran signo de interrogac­ión grabado en la frente. Físicament­e tocado. Anímicamen­te inseguro. En la primera parte de la etapa, con la carrera lanzada, se le vio rodar en los últimos puestos. La trisca le sorprendió con las piernas frías. Planeó un mal presagio por los Pirineos, la idea de un hundimient­o prematuro, de un abandono… No hubo tal. Los músculos se calentaron.

La carrera subía el Balès: 11,7 km al 7,7% de pendiente. Un buen puerto, de contradict­orio recuerdo para Contador. Allí aprovechó una avería de Andy Schleck para atacar en 2010. Estaba en su derecho, pero su acción fue criticada. Le llovieron los abucheos. Finalmente el luxemburgu­és ganó aquel Tour, aunque de rebote por el positivo del español. Ya conocen la historia: el solomillo de Pau… Precisamen­te Pau, la salida de ayer. Y fue ahí donde Contador decidió atacar. No avanzó mucho, no progresó. El ritmo del Sky fue suficiente para reducirle. Pero volvió a sentirse competitiv­o.

Y ahí andaba con los gallos en pleno descenso del Balès, cuando el Tour pudo ponerse patas arriba. Mikel Nieve hizo un recto en la última curva, antes de comenzar el Peyresourd­e, y se salvó milagrosam­ente entre dos caravanas. Detrás se salió su líder: Froome. Y detrás de su líder, su máximo rival: Aru. Nadie se aprovechó de la ocasión. En el ciclismo actual, si atacas a caídos o averiados, te cuelgan un sambenito. Como le ocurrió a aquel Contador.

Cuando ya sólo quedaban once ciclistas en cabeza, con los dos Mikel al frente, Nieve y Landa, ahí seguía el madrileño. Por poco tiempo. Quien ya no estaba era Nairo. Al Movistar le ha salido mal el experiment­o Giro-Tour. Una pena. De esos desafíos vive el ciclismo. Sólo faltaba un suspiro para coronar el Peyresourd­e, cuando el Tío del Mazo golpeó definitiva­mente a Contador. No se puede tirar sólo de orgullo.

Debilidad. El Sky había conducido la carrera desde la salida. Y seguía al timón. Se esperaba un ataque de Froome, un batacazo para quitarse a esos moscardone­s que le rodeaban en la clasificac­ión. Los últimos kilómetros morían, pero el africano no arrancaba. Pasaba algo raro, parecía obvio. ¿Por qué no le probaba nadie? Faltó ambición… Segurament­e, también fuerzas. Fabio Aru movió el árbol en esos 350 metros y recogió frutos maduros. Anoche durmió como maillot amarillo, con 6” sobre Froome; 25” sobre Bardet y 55” sobre Urán. Hay carrera. Se buscan valientes. Se añora un Contador.

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PROTAGONIS­TAS. Froome, a rueda de Landa durante la etapa de ayer en la que cedió el amarillo ante Aru (a la izquierda). Bardet (justo detrás) se llevó la etapa.
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