AS (Catalunya)

Neymar escenifica su ruptura con el Barça

El brasileño pone fin a la primera parte del serial y se va al PSG

- SANTI GIMÉNEZ

Las grandes historias tiene finales grandilocu­entes con escenas sentidas de despedida, homenajes, besos e incluso lloros. Las historias que se fundamenta­ron en intereses espurios, sin más cariño que el que aporta una buena remuneraci­ón, se cierran como un trato comercial donde se liquida una sociedad dando la mano a los accionista­s, deseándose suerte de manera formal y casi sin mirarse a los ojos y recordando unos y otros la famosa frase de El Padrino: “No es nada personal, son negocios”. De esta segunda manera se despidió Neymar del Barcelona en la mañana de ayer para poner rumbo al París Saint-Germain.

No por esperada, la noticia causó menos impacto. Neymar, que junto a su pandilla llevaba dos días troleando a una institució­n centenaria y a sus aficionado­s con mensajes equívocos desde unas Redes Sociales que domina mucho mejor que el club, se presentó a las nueve de la mañana en la Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí.

El equipo estaba citado a

Tensión Tras decir adiós a la plantilla, tuvo una dura reunión con el club

las 8:45 para entrenarse a las 9:30. Compareció un cuarto de hora tarde, al volante de uno de sus coches evitando al grupo de periodista­s que le esperaban a la puerta. Ingresó en el centro de entrenamie­nto y 42 minutos después salía sin entrenarse. El principio del fin del culebrón estaba servido. Neymar se marchaba del Barça. Queda el papeleo, como en los entierros.

En ese período de tiempo, el brasileño se despidió del entrenador, de sus compañeros y del personal. Teniendo en cuenta los que son, dedicó un minuto por persona. No es nada reprochabl­e, al brasileño le esperaba un día muy duro y eso que no eran ni las diez de la mañana.

Tras cumplir con las despedidas de rigor, algunas más sentidas que otras, Neymar se fue al Camp Nou donde más o menos hizo lo mismo con los ejecutivos que le recibieron. Bartomeu, no fue uno de ellos. Los responsabl­es del Barcelona le dijeron a la cara a él y a su padre lo que tanto se han callado estos días: Que la prima de renovación de octubre pasado queda congelada y que si se va, que pague los 222 millones. No es negociable. No es personal. Son negocios.

Tras este amable intercambi­o de pareceres, Neymar pasó por una notaría barcelones­a, firmó cuatro papeles, se fue al aeropuerto y se marchó en vuelo privado a Oporto. Tiene permiso del club para no entrenarse. Tiene una cita en París este fin de semana. C’est fini.

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