AS (Catalunya)

El autorretra­to de Cristiano frente al álbum de fotos de Piqué

- ELÍAS ISRAEL @elias_israel

Media hora de CR. Treinta minutos de Cristiano Ronaldo bastaron para dejar traslucir todas las caras del astro portugués: el admirable jugador que, en un solo fogonazo, ilumina el fútbol del Madrid, deja en evidencia la pretempora­da de sus dos compañeros de tridente y enmudece el Camp Nou; después surge el divo, el torso desnudo y la innecesari­a tarjeta; poco después, el perseguido, el Ronaldo que se siente impotente ante la injusticia por un clamoroso error arbitral y una reacción impropia de un futbolista con sus horas de vuelo. El respeto es innegociab­le, por muy malo que sea el arbitraje.

La receta de la hegemonía. Al Madrid es obligado admirarle por lo que fue, pero mucho más por lo que es y por dibujar un horizonte feliz. La combinació­n de elementos es conocida de sobra en la historia blanca: cantera, los mejores españoles y un puñado de los astros más importante­s del planeta fútbol. A todo esto hay que sumarle el impagable valor del alquimista que ha sido capaz de mezclar todo ese tesoro y ponerle una sonrisa al club más exigente del mundo, Zinedine Zidane. Más allá de los árbitros. Cuando el gran debate es si es mejor Isco o Asensio, la plenitud solo puede estar cerca.

El teatro de Luis Suárez. Igual que la nevera parece un buen método para castigar las malas actuacione­s arbitrales, habría que castigar los piscinazos de oficio. No es suficiente con tomar la matrícula al reincident­e. Lo suyo es que vea dos partidos en la grada para pensarse el próximo engaño.

El álbum de Piqué. Resulta que el hombre que susurra al presidente el nombre del nuevo patrocinad­or, sabía antes de hacerse la foto con Neymar que se iba al PSG. La incompeten­cia de Bartomeu se vislumbra cuando pudo fichar al sustituto antes de sentir la afrenta. Desde el despecho, la desilusión del culé y la falta de proyecto es difícil construir. El Barça ya no ficha lo que quiere, sino lo que puede, deja a La Masía sin dorsal, en la figura de Sergi Samper, como símbolo de club que ha perdido la brújula. Lo peor para Piqué es que, en su álbum de verano, se le recordará por la foto de Neymar y por aparecer en las tres fotos de los goles del Madrid en el Camp Nou. Todo muy metafórico.

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