Valientes y decididos a por el derbi

Diez años han transcurrido ya desde el célebre Delapeñazo, del que fui testigo en primera persona y que me permitió quitarme esa espina de no haber visto ganar al Espanyol en terreno de nuestro máximo rival. El derbi del sábado se presenta con muchas incógnitas. No importa de dónde vengas ni en qué estado llegues, el partido de máxima rivalidad no entiende de estadísticas ni de estado de resultados. Tras un verano convulso en ambas instituciones, con un mercado muy movido. Un inicio liguero plagado de dudas también en ambos conjuntos. A pesar de que los culés llegan con dos victorias y con el casillero de goles en contra aún inmaculado, es evidente que su juego actualmente no enamora a nadie y que la marcha de Neymar al PSG ha dejado una herida muy profunda en tanto en el campo como en los despachos, acrecentada por la sorprendente incapacidad que sus dirigentes han demostrado a la hora de invertir en nuevos fichajes.

Nuestro equipo, por el contrario, se presenta tras la decepcionante derrota de hace ya un par de semanas ante el Leganés. Un verdadero jarro de agua fría que frenó de raíz las buenas vibraciones que nos dejó el punto cosechado en Sevilla, aunque bien es cierto que las llegadas del último día de mercado, en especial la incorporación de Darder, han insuflado a la parroquia perica una buena dosis de ilusión para elevar las aspiraciones y, por extensión, para creer que la victoria ante el máximo rival es plausible.

Por todo ello, como el valiente guerrero que acude al campo de batalla sin miedo a perecer y con la esperanza de pasar a la historia, así afrontamos los pericos el reto de asaltar el Camp Nou. Que ello signifique la victoria, en mayúsculas, la que todos ansiamos cuando empezamos la temporada. No es un partido, se trata del partido. Sin miedos, sin dudas, a por ellos, a por la victoria.