La primera epopeya de Quique...
El derbi del Camp Nou en clave blanquiazul no será sinónimo de nada. Un partido no marca una trayectoria, pero sí puede resultar un síntoma de algo que está por llegar, como lo es un relámpago de un trueno. El Espanyol de Quique no puede presumir de demasiadas epopeyas en su año de existencia, más allá de un empate en el Calderón (00) y una victoria ante un Sevilla en forma que se quedó con diez jugadores en el minuto 2 (3-1). Necesitan los pericos, después de un año de picar piedra, un partido de aupa, un lingotazo de whisky que anime a su tropa, necesitada de una alegría que ha resultado escasa en un Espanyol que quiere y no puede desde hace ya unas cuantas temporadas. Nunca hay buenos y malos momentos para un derbi, un partido tan especial que escapa de la lógica. Pero este...
Es cierto que en pocas ocasiones llegará el Espanyol más preparado y animado que su rival a esta cita. El Espanyol de Quique sabe a lo que juega, el Barça de Valverde está encontrado su camino. Los pericos llegan reforzados por el mercado (aunque esté por ver el rendimiento del fondo de armario), mientras que los azulgrana se someten a una moción de censura y a una pañolada a su presidente, desacreditado incluso por el diplomático Iniesta. Condicionantes para engordar el estado emocional perico y adelgazar el culé, con más urgencias. El guion del partido también es acorde. Un Barça que estrenará a Dembelé, abocado a la presión, víctima de unos espacios que puede aprovechar Leo Baptistao o Gerard. Si los equipos evolucionan, mañana será el día de, al menos, intentarlo.