Un rebelde de uniforme
Y van 19. Otro derbi que el Espanyol deberá lanzar a la papelera. Ni las dudas del Barcelona en las gradas y los despachos, ni la experiencia del conjunto de Quique... El Espanyol tuvo tres oportunidades y no las anotó, y el Barça se ayudó de un 1-0 en fuera de juego y de otro Messi estelar (con 21 goles ya es el máximo goleador en los derbis) para sentenciar un partido desapasionado, que evidenció que el equipo perico no está preparado para descamisarse en los grandes escenarios.
Entregados. El último gol del Barça simbolizó lo que fue el partido, la falta de convencimiento de los de Quique. Nadie pudo hincarle el diente a esa jugada, hilvanada de principio a fin, con los jugadores pericos desvencijados. El rebelde de Barcelona jugó con el uniforme, no fue el agitador sino el que nunca rompe un plato. Un invitado a la fiesta de un Barcelona que cura en el césped sus males en los despachos.
El bar y el VAR. Preparó el Espanyol con ahínco el encuentro, estudiando cómo era la mejor forma de desactivar a tan gigantesco rival, pero no estaba en sus planes que un error del asistente provocará el 1-0. Contra este tipo de situaciones poco puede hacer la pizarra. Y los que sí pueden son los organismos federativos, que siguen empecinados en no ayudarse de la tecnología, pensando más en alimentar las tertulias de bar que en el VAR. Cuestión de prioridades. En este caso, amateurs.
Grada, cero. También poco profesionales, comentarios de bar chungo, fueron algunos insultos que se escucharon en el Camp Nou en contra del Espanyol. “Periquitos bastardos” u “Odio al Espanyol” fueron los más frecuentes, y también se acordaron de las familias de Pau y Sergio García. Cánticos que también ocurren en Cornellà-El Prat, y que son igual de detestables, aunque en esa ocasión los altavoces mediáticos funcionan a todo trapo.
Debuts sintomáticos. Lejos de la grada, en el césped hubo dos estrenos: Hermoso y Darder, ambos sintomáticos. Naldo (petición de Quique y único jugador por el que se invirtió) duró dos partidos, y Hermoso se estrenó en Primera de forma aceptable. El central sigue siendo el talón de Aquiles de los de Quique, como hace un año hasta el asentamiento de Diego Reyes. Con apenas cinco entrenamientos, Darder ya pasó por delante de Jurado o Granero. Lo suyo si fue meteórico.
Solo un plan. Comentó esta semana Piatti en AS que al Camp Nou no se podía ir con solo un plan. Lo cierto es que el Espanyol no tuvo demasiadas variantes. Jugó igual con 0-0 que con 3-0, aunque pisase más el área en la segunda parte ante un Barcelona menos dominador. La presión blanquiazul tampoco cortaba el juego azulgrana, mucho más aseado con Valverde que con Luis Enrique, poco agresivo el equipo perico, alejado de otros derbis de antaño, mientras solo Diop alteró con algunas faltas la marcha azulgrana.
Paz y amor. En tiempos de zozobra en Cataluña, con el referéndum ilegal convocado para el 1 de octubre, Barcelona vivió anoche uno de los derbis más descafeinados, sin fricciones y escasa resistencia de un Espanyol condenado a su suerte y a un plan que duró 26 minutos. Con el VAR se pudo alargar, pero es difícil que el perico se hubiera escapaso de la incomodidad en el bar. Un 5-0 es una torta.
El último gol del Barça simbolizó lo que fue el partido, la falta de convencimiento de los de Quique. El rebelde de Barcelona no fue el agitador sino el que no rompe un plato.