El niño prodigio Doncic desafía al gurú Djordjevic
Eslovenia y Serbia persiguen el primer oro de su historia
Eslovenia, país de apenas dos millones de habitantes, hierve estos días con su selección de baloncesto, que hoy juega la primera final de su historia desde la independencia en 1991. Su rival, cosas de la vida, es Serbia, territorio de siete millones de personas y corazón de la vieja Yugoslavia que tampoco ha ganado un oro con la actual denominación. Pese a que comparte el liderato en la selección con Goran Dragic, el chico del momento es Luka Doncic, que acapara focos, portadas y titulares. Su crecimiento en el Madrid ha derivado en explosión definitiva con Eslovenia. A sus 18 años, y con muchos aún por venir, está ante el día más grande de su carrera.
Pero hoy debe andar con ojo. En el banquillo de Serbia se sienta Djordjevic, uno de los bases más grandes del continente en la década de los 90. Alguien que conoce el baloncesto de memoria y que, como afirma Bodiroga, tiene un sexto sentido para intuir cosas que van a pasar en un partido. Si hay alguien que puede anticiparse a los pensamientos del prodigio Doncic, ese es Djordjevic que aquí, en Estambul, consiguió un triple inolvidable que le dio una Copa de Europa al Partizán. Para él, es una ciudad mágica.
Cuando Yugoslavia ganó el Mundial en 1998, 200.000 personas salieron a las calles de Belgrado a celebrarlo con sus héroes. Hoy podrían repetirse las imágenes o verse en Liubliana. Serbia tiene tocado a Jovic, que se lastimó el tobillo en la semifinal contra Rusia.
La duda Stefan Jovic, lesionado en un tobillo contra Rusia, jugará