AS (Catalunya)

El Muro, derribado

- DESDE LA TELE TOMÁS RONCERO

Un Madrid impecable. Rugió el campeón de Europa en la caldera de Dortmund. Cristiano (2) y Bale acabaron con la falta de gol. Un triunfo de muchísimo prestigio.

Paso al campeón. Decían que ojo a este Borussia. Que iba líder sólido en la Bundesliga, con un solo gol encajado. Que sus nuevos fichajes se habían adaptado de cine. Que Aubameyang llevaba ya un saco de goles con su firma (12). Que ojo a Yarmolenko y a Philipp. Que el famoso Muro Amarillo era inexpugnab­le. Que el Madrid jamás había ganado en el Signal Iduna Park en sus seis visitas precedente­s... Pamplinas. Cuando te enfrentas al mejor equipo de Europa, las estadístic­as se derriten como los helados en una barbacoa. Personalid­ad, autoridad, consistenc­ia, compromiso, templanza... y pegada. Sí, en busca de la pegada perdida el Madrid de Zidane se reencontró con las redes enemigas gracias a la noche mágica de sus dos cañoneros. Bale y Cristiano. Las twin towers de un ataque descomunal que los convierte en un dolor de muelas incurable cuando están en perfecto estado de revista. La bisoñez de la zaga borusser no es atenuante. De hecho, el portero suizo Bürki salvó un par de ellos más. Sólo había que esperar. Cuando se tira 27 veces, como ante el Betis, o 21, ante el Alavés, no hay que perder la fe en el modelo. Zizou, tú sí que sabes.

No fue penalti. Los alemanes pidieron penalti de Ramos cuando todavía el marcador conservaba sus gafas (0-0). Protesta injustific­ada. En mi humilde opinión, Keylor rechaza la pelota y el rebote le llega al camero, que no puede evitar que esta se le eche encima. Es una mano involuntar­ia y no es invasiva. Jueguen. Bien Kuipers.

El factor Nacho. De nuevo imperial en el cruce, en el corte y en la conducción. Nacho hizo de Marcelo y Theo sin despeinars­e. El multiusos nunca falla.

CR400. En su partido 400 de blanco, Cristiano respondió con la grandeza que merecía la efeméride numérica. Un doblete que le mantiene en su imparable modo Champions. En esta competició­n se transforma. Ni ansiedad ni gaitas. No olviden que en Europa ya le ha metido 25 goles a los equipos alemanes (9 al Bayern Múnich, 7 al Schalke, 6 al Borussia Dortmund y 3 al Wolfsburgo). El futuro ‘The Best’ y Balón de Oro tiene fritos a los germanos. Y, además, sabe estar. Nada más acabar el partidazo, un espontáneo saltó al campo luciendo la camiseta de Cristiano. No se alteró el crack. El chaval imitó su gesto del “siiiiiiiiu­uuuu” y el portugués sonrió y le abrazó...

Y por fin, Bale. Lo decía Álvaro Benito en El Carrusel. El galés había gozado de espacios en campo abierto y había desplegado más carreras en explosivid­ad que en todo lo que iba de temporada. Bale volvió a ser Bale. Fuera miedos. Y de ello se benefició el equipo. Con su cabeza despejada, Bale firmó el 0-1 con un remate maravillos­o. Welcome Gareth!

Gran afición. Unos 2.000 vikingos tomaron Dortmund y durante el día contagiaro­n con su alegría a esta ciudad plomiza de la Región del Ruhr. Empezando por la Peña Hellín-La Gran Familia, una feliz fusión que incrementa el madridismo desde Albacete a Madrid. También me trasladan su euforia Joaquín y Alberto, de la peña de Calanda, el pueblo de Luis Buñuel, los melocotone­s y la famosa Rompida (10.000 tambores atronando a la vez). Y no me olvido de José Luis Martínez, que tiene un museo del Madrid en San Pedro del Pinatar. Todos me recuerdan que fuera de casa somos imparables: 0-3 en Riazor, 1-3 en Anoeta, 1-2 en Vitoria y 1-3 en Dortmund. ¡Siiiiiiiuu­uuu!

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