Hacia la penúltima frontera
Aterriza el Espanyol en estado de gracia en el Bernabéu ante un Real Madrid que todavía no ha ganado en casa en esta Liga. El mundo al revés, se podría pensar. De las capacidades de unos y otros dependerá que este destino se siga invirtiendo al menos una semana más. Para el equipo de Quique Sánchez Flores, puntuar o ganar en el estadio blanco no solo supondría asomarse cada vez más a la zona media-alta de la clasificación, lo cual a estas alturas de campeonato es relativo, sino sobre todo traspasar la penúltima frontera de una plantilla que va indiscutiblemente a más.
Si la temporada pasada los pericos solo sumaron una victoria ante los siete primeros clasificados —el 3-1 en casa contra un Sevilla en inferioridad numérica desde el primer minuto—, en este arranque ya han demostrado que pueden tutear, y arrancar al menos empates, del Pizjuán y del Estadio de la Cerámica. Un paso adelante en resultados que se ha dado también en el juego, y que se debería reflejar hoy sobre el Bernabéu: si Quique mantiene el cambio de músculo por cerebro en un escenario imponente y ante un rival netamente superior, el Espanyol ya habrá ganado respecto a anteriores encuentros de esta categoría. Respecto al derbi, donde el 5-0 fue exagerado castigo. E incluso puede que respecto al magnífico 0-0 del curso pasado en el Calderón. Para aspirar a ser grande, hay que derrotar a algún grande.