AS (Catalunya)

De la sequía al diluvio

Dobletes y renacimien­to de Benzema y Cristiano, que lleva ya ocho goles en Europa ● El Madrid pasa a octavos como segundo ● Invisible APOEL

- LUIS NIETO

El Madrid fue capaz de solemnizar un partido sin chicha dándose el gustazo de borrar del mapa al APOEL, para quien la fase de grupos siempre fue estación terminal. El duelo resultó un analgésico general. Marcaron Cristiano y Benzema, recuperó el tacto Modric, salió robustecid­o Carvajal, tuvieron minutos Asensio, Lucas, Theo, Mayoral y Ceballos y quedó aparcado por tres días el recurrente debate de la falta de gol. Lástima que la colección de buenas noticias no le diera al Madrid para llegar al último día con opciones de acabar primero, aunque la clasificac­ión de octavos le permite una jornada final tranquila.

También la Champions tiene edición de bolsillo, con partidos como el de Nicosia, en el que el Madrid sacó del armario el recurso de la pegada para abusar del APOEL, un esforzado grupo de jugadores de aquí y de allá, muchos de vuelta, sin ninguna posibilida­d de superviven­cia. Lo uno y lo otro compusiero­n un pleito sin emoción pero con cierta gracia que ganó el Madrid primero por inercia y luego con saña.

Tan poco peligro esperaba Zidane que dejó fuera del equipo a Casemiro, su red asistencia­l, y se acunó en la coproducci­ón Modric-Kroos con una apuesta mayor por las bandas con Lucas Vázquez y Asensio, comprobada la pérdida de potencia de los laterales. Sin embargo, fueron Carvajal y Marcelo quienes más empujaron a la causa. Especialme­nte el canterano, recién salido de una dolencia preocupant­e, que funcionó a pleno pulmón por la derecha. Su vuelta es un inmenso refuerzo para el equipo.

También hubo consuelo para Benzema. Quizá más del que mereció, porque fue capaz de marcar en sus dos únicas aparicione­s de la primera mitad. Los envíos de Kroos y Cristiano fueron dos golosinas, pero esta vez sí fue gato con botas. Zidane entiende que no hay mejor forma de curarle que ponerle, a veces a costa de que quien enferme sea la hinchada.

Cristiano, que es incapaz de aguantarse a sí mismo sin marcar, estuvo en todas, desde cerca y desde lejos, aunque le costó llegar al gol. Pero a él las musas, cuando llegan, le pillan trabajando. Un cabezazo a centro de Marcelo y un remate complicado aunque sin portero le sirvieron de ansiolític­o. Créanlo, sólo una vez había metido ocho goles en fase de grupos. Fue en el año del récord (17 goles). Su eficiencia admite lapsus pero no dudas.

El Madrid le metió el bisturí al partido en un voleón de Modric, tras rechace frívolo de Vinicius, que vio tarde Nauzet. Ahí tiró la toalla el APOEL, que con una defensa invisible fue tragándose goles de todos los formatos, incluyendo el balón parado con dos toques de los centrales del Madrid, Varane y Nacho, en las entrañas de su área.

El equipo de Zidane le fue cogiendo el gusto al partido según soplaban a su favor los goles aunque con los cambios fue perdiendo el empuje. En Europa el Madrid encuentra siempre la salida del laberinto.

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