AS (Catalunya)

“Para ir a Moscú resistí al Gobierno Británico”

- JUANMA BELLÓN

Sebastian Coe (Londres, 1956) es el mito del atletismo. Dos veces oro olímpico en 1.500 y doble plata en 800 en Moscú 1980 y Los Ángeles 1984. Ahora preside la IAAF. Sebastian Coe

¿Qué significa para usted recibir el premio a la trayectori­a de As en España con otros atletas como Nadal, Belmonte, Indurain o Cacho? —Es un gran honor. Tengo muy buenos y divertidos recuerdos de España. Es un país en el que he estado mucho tiempo, donde poseo grandes amigos. Uno de los motivos por el que hablo con usted es por un español como Juan Antonio Samaranch, padre. He tenido dos grandes influencia­s en mi carrera. Mi padre Peter, que era mi entrenador, y Samaranch, que me dio la oportunida­d de entender el deporte fuera de la competició­n. Él me dio una oportunida­d y le guardo una gratitud profundísi­ma. Me invitó al Congreso del Comité Olímpico Internacio­nal en 1991 para ser parte del movimiento, era la primera vez que los atletas acudían. Fue el origen de la Comisión de Deportista­s y la génesis de lo que soy actualment­e.

—¿Cómo recuerda sus tiempos de competició­n?

—Sigo siendo competitiv­o ¿eh? Todo fue gracias al trabajo de mi padre, que supo guiarme en mi desarrollo. Siempre intenté no complicarm­e. Sé por qué ahora ocupo mi actual cargo de presidente de la IAAF y es porque fui un corredor y pude enseñarle al mundo quién era. Esa competitiv­idad me ha ayudado para ser un mejor directivo en deporte. Estuve diez años en primera línea política, llevé una candidatur­a olímpica de Londres, pero el atletismo es mi pasión. Comencé con 11 años en una ciudad industrial (Sheffield) y ahora estoy en la IAAF ayudando a mi deporte 50 años después. Es un privilegio. —En los Juegos de Moscú 1980 fue plata en 800 y ganó el oro en 1.500. Sus duelos con su compatriot­a Ovett fueron históricos.

—En los Juegos de Moscú 1980, mi principal rival era Steve Ovett. Teníamos la habilidad o el defecto de frenarnos el uno al otro porque nos conocíamos desde hacía diez años. De una manera graciosa, ambos nos fuimos de Moscú con algo ganado y pendiente. Me habría gustado ganar las dos pruebas y estaba seguro de que lo haría, pero un día Ovett fue el mejor en 800 y otro yo gané el oro en 1.500. Ese es el elemento más bonito, sencillo y hermoso del atletismo. No es Hollywood, las cosas no están escritas. El que no haya un final preestable­cido hace que el deporte sea diferente a todo lo demás. —Unos Juegos, los de Moscú, que se celebraron en condicione­s delicadas, con el veto de Estados Unidos y el mundo polarizado.

—Moscú fueron unos Juegos complicado­s, por la agitación política de la época. Y yo resistí la política del Gobierno Británico (pedía el boicot a la cita). Resistí a la muy poderosa primera ministra (Margaret Thatcher), porque el deporte ha sido siempre más importante y trasciende la política. Y yo soy un animal político, que conste, pero si comienzas a determinar contra quién estás compitiend­o por la naturaleza de sus sistemas políticos, entonces el deporte internacio­nal se rompe. No hay un país en el mundo que en algún momento no guste su sistema político ya sea en España,

Iribar Orantes Selección Española (12-1) a Malta Plata baloncesto (Los Ángeles 84) Oro fútbol (Barcelona 92) Fermín Cacho Indurain La Séptima Pau Gasol Mundial fútbol 2010 Beitia Davidovich Sebastian Coe Mireia Rafa Nadal

Irán o Reino Unido, no importa, y tenemos que trascender eso y es muy importante que lo hagamos. Por eso fui a Moscú. Fue la decisión correcta en ese momento y mirando hacia atrás históricam­ente, acerté.

—Y luego repitió resultados, oro en 1.500 y plata en 800, en Los Ángeles 1984.

—Los Ángeles fue muy diferente, no creo que ningún atleta haya podido ir a dos Juegos tan extremos. En 1980, bajo el control e influencia comunista y cuatro años después llegas a una cita caricature­sca y liberal, con Rocket Man en mitad de la recta final, pasabas del ballet del Bolshoi a los Beach Boys, que tocaban en la Villa Olímpica. A nivel deportivo fue más exigente físicament­e porque tuve siete carreras en nueve días y en las últimas con atletas que no habían corrido 800. En ese momento, había un contingent­e español muy fuerte, con José Luis González y José Manuel Abascal, que fue bronce en la final de 1.500, donde gané. —¿Es la carrera que guarda con un recuerdo más especial? —Creo que sí. Fue la prueba en la que más cerca estuve de hacer la carrera perfecta. No sé si era inteligent­e, yo lo llamaría ser instintivo y tomar las decisiones adecuadas en el momento oportuno. Fue un gran duelo con Cram, yo creo que a la gente le gustan los enfrentami­entos cara a cara. Es lo que necesitamo­s. Creo que actualment­e hay demasiadas liebres y muchos atletas que van en fila india. Ya no hace tanta falta tomar decisiones instintiva­s. —Mantuvo el récord mundial en 800 con 1:41.73 hasta 1997, con ese tiempo todavía ganaría en Mundiales y Juegos. Usted es consciente, ¿verdad? —Es un testamento de la calidad del entrenamie­nto de mi padre, del trabajo de mi equipo. Cambiamos la naturaleza del entrenamie­nto de media distancia, con más intensidad en la resistenci­a velocidad. Ahora es común, pero en esa época no era así. Jim Ryun en Estados Unidos hacía 100 millas a la semana, pero nosotros hacíamos 40, pero siempre intensidad, intensidad... Muchas horas en el gimnasio y de condición física. —Y tras su carrera deportiva, fue el presidente los Juegos para Londres en 2012. —Terminé muy satisfecho tras los Juegos. El mundo actual es muy complicado y logramos que todos volvieran a casa sanos y a salvo. Estamos en un tiempo excepciona­l y tuve el mejor equipo que se puede tener, de una calidad humana brutal. Apasionado­s.

—Y desde 2015 presidente de la IAAF, ¿satisfecho? —No se trata de estar satisfecho o no. Estos dos primeros años han sido un desafío en los que he intentado poner la casa a salvo de nuevo. Ha habido que tomar decisiones muy duras, como la sanción a Rusia, y para salvaguard­ar el interés del deporte. Ahora toca volver a hacer crecer el atletismo, desarrolla­rlo, reconectar­lo con la gente y hacer de los jóvenes atletas grandes estrellas. Venimos de haber tenido uno de los más exitosos Mundiales al aire libre en Londres.

—¿Qué pasará con el atletismo sin Usain Bolt? ¿A quién ve como su sucesor? —Sobrevivir­emos. Hay muchos talentos como Barshim, que es fantástico, como una estrella del rock. No tengo ningún atleta favorito, pero me encanta la clase de Rudisha, de Van Niekerk. En mujeres, Nafi Thiam es un prodigio. Los sorprenden­tes resultados de los Mundiales de Londres hace que muchos jóvenes se posicionen. —-¿Qué ha sido más difícil, ser un campeón olímpico, conseguir los Juegos de Londres o gestionar la IAAF? —Son retos diferentes. Supongo que... (se lo piensa). He tenido una carrera deportiva fantástica, entrené mucho y duro, en los Juegos hubo mucho trabajo. Pero si la pregunta es dónde siento más responsabi­lidad es ahora, al frente de la IAAF.

—¿Qué visión tiene del atletismo español?

—Es un país con una profunda cultura de atletismo. Creo que Chapado es sangre nueva para refrescar el deporte en España. —El atletismo pierde fuerza respecto a otros deportes ‘nuevos’. ¿Qué se debe hacer? —No hicimos lo suficiente para conectar con la gente joven. Si el mundo cambia, nosotros también debemos mutar. Tenemos que entender la dinámica, este es un deporte histórico y fuerte, amigo del espectador y de las television­es. Y ser un deporte limpio y ético, para proteger los sueños de los atletas.

Doblete “Lo más cercano a la carrera perfecta fue la de 1.500 en Los Ángeles 1984”

Presidente “Toca reconectar el atletismo con la gente y buscar nuevas estrellas”

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