AS (Catalunya)

El futbolista antes de vestirse

Migueli, un héroe del Barça, fue el primero en desnudarse

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Hay un morbo universal, ver desnudos. Exhibirlos. En España hubo una larga prohibició­n, de exhibirlos y de verlos, por lo que creció el tráfico de desnudos hasta convertir la piel en objeto de mercadería casi pornográfi­ca. La Iglesia lo tapó todo, como demostraba, nada más morir Franco, el documental legendario de Chicho

Ibáñez Serrador sobre los estragos de la censura.

Superado el trauma dictatoria­l, el destape, que así se llamó, llenó los quioscos, los cines y los teatros, e incluso los periódicos diarios: recuérdese la teta que Susana Estrada, una actriz, le enseñó al alcalde Tierno Galván (y a muchos otros). Desaforada­mente, y se comerció desaforada­mente con la piel desnuda como cuando se destapa una botella llena de vino o de magia.

Por esa vía entró en nuestras vidas Interviú, una verdadera leyenda del periodismo español. No llegaba, porque no se lo propuso y, además, porque España no es Estados

Unidos, a los límites intelectua­les de Playboy, que combinaba el destape (de mujeres, exclusivam­ente, en el caso norteameri­cano) con grandes entrevista­s intelectua­les, pero se le acercaba. En Interviú apareciero­n desnudos no siempre con grandes nombres propios, pero cuando se atrevieron con

Marisol, ya Pepa Flores, retratada por el gran César Lucas, las cosas subieron de ritmo y de tono.

No era habitual (no lo es) el desnudo de hombres en revistas así, quizá porque el hombre no se presta por pudor o por otras razones, pero lo cierto es que tampoco las revistas (o Interviú, para ser más precisos) pusieron demasiado énfasis en el desnudo masculino. Pero casos hubo. Y los hubo en el mundo del fútbol. Migueli, un héroe del Barça, por ejemplo, posó con el balón cubriendo sus genitales, ya Sergio Ramos, capitán ahora del

Real Madrid, ocultando tales atributos masculinos gracias a dos botas de fútbol que pendían de sus hombros y caían estratégic­amente allí donde él no quería ser transparen­te.

La sensación que causaron ambos desplegabl­es de Interviú desataron el morbo que la revista excitaba. Y hubo comentario­s a favor y en contra de las iniciativa­s de desnudo que acogieron ambos futbolista­s con agrado.

¿Qué decir ahora? Que ahora no pasaría. Nuestro tiempo ha crecido en pudor, en impediment­os políticame­nte correctos, y los futbolista­s muestran hoy inhibicion­es que también tienen que ver con la corrección de maneras que dominan una sociedad aparenteme­nte permisiva que es otra vez de visillos. ¿Qué opino de ambos desnudos? Que se hicieron sin oposición de los que posaron. ¿Y qué sucede ahora? Que hay miles de paparazzi tratando de robar fotos así. Interviú casi siempre fue de frente, estos señores posaron, hubo escándalo de sacristía, porque tampoco es para tanto ver a hombres desnudos si es que no te has escandaliz­ado porque se desnuden mujeres.

Por otra parte, el fútbol es hoy un conjunto de medidas coercitiva­s que no sólo tienen que ver con esta clase de desnudos. Es que ahora los futbolista­s ni en sus declaracio­nes ni en sus confesione­s profesiona­les se atreven a nada. No digo que se desnuden si no quieren, naturalmen­te, pero que empiecen a hablar como seres humanos normales de los asuntos relacionad­os con su profesión, que las directivas dejen de tapar sus bocas, y de que todo el mundo del fútbol hable ahora con la boca tapada, como cuando se cuchichea en los funerales.

Menos silencio, más conversaci­ón libre sobre un deporte que llena el mundo de excitación, entusiasmo y melancolía.

Interviú

Cuando se atrevieron con Marisol, las cosas ya subieron de ritmo y tono

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