AS (Catalunya)

Ana Buceta volvió a jugar casi tres años después

La del Levante se lesionó en 2014 y fue operada tres veces

- ISABEL ROLDÁN

EI pasado domingo Ana Buceta, de 26 años, vio, por fin, la luz al final del túnel. Casi tres años después, la centrocamp­ista del Levante volvió a jugar un partido oficial, en la Liga Iberdrola, con su club tras superar una grave lesión en la rodilla izquierda. Casualidad­es de la vida, fue ante el Barcelona, el mismo rival ante el que había jugado su último partido, aunque entonces fue en la Copa de la Reina.

Corría el minuto 85’ en el Miniestadi cuando Sonia Prim le entregó el brazalete de capitana: “Agradezco el gesto.

Yo soy también capitana, pero reconozco que estaba más pendiente de otras cosas. Estaba muy nerviosa y con muchas ganas de pisar el campo. Llevaba mucho esperando ese momento”.

El origen de su calvario se remonta al 2 de febrero de 2014, cuando se lesionó la rodilla izquierda durante un partido ante el Oviedo Moderno. Buceta, natural de Moaña, un pequeño pueblo de Pontevedra de 20.000 habitantes, tenía 21 años, cumplía su segunda temporada en el Levante, tras destacar en El Olivo vigués, equipo en el que debutó en Primera División, y era una de las habituales de las seleccione­s españolas inferiores. Tuvo mala suerte. Sufrió un esguince de ligamento lateral interno que se complicó al arrancarle parte del cartílago. La primera operación, en 2014, salió mal, aunque llegó a jugar un año después. Pero la rodilla le seguía doliendo. “En los casi tres años que he estado lesionada ningún médico me dijo que no podría volver a jugar y a eso me agarré. Nunca me rendí”, confiesa. En 2016 le operaron dos veces más y, de la mano del doctor Guillén y de su hija Isabel (también traumatólo­ga) se sometió a un injerto de cartílago.

Reconoce que estar en un gran club como el Levante ha sido clave en su vuelta: “Estaba lesionada, pero seguía viviendo del fútbol y eso me daba tranquilid­ad. Cuando peor lo pasaba era los días de partido en casa porque me entraban más ganas de jugar. Entonces me refugié en los estudios y terminé Ingeniería Geomática y Topografía”.

En este tiempo el apoyo y la ayuda de sus padres fue clave: “Mi madre tuvo que venirse a Valencia conmigo para ayudarme. Mi familia ha sido mi gran apoyo”. También lo ha sido el de sus compañeras: “Cuando te lesionas lo peor es la soledad, tener que trabajar aparte... En esos momentos te apoyas en las compañeras que en ese momento están lesionadas como tú y lo están pasando mal. Entre ellas tengo que destacar a Andrea Esteban y su fuerza para superar las lesiones”.

El objetivo ahora es seguir entrando en la convocator­ia e ir teniendo minutos: “Espero que me respeten las lesiones para volver a jugar como antes”.

Ningún médico me dijo que no podría volver a jugar y a eso me agarré para no rendirme”

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