AS (Catalunya)

El Rayo se remangó con 10 y rescató un punto de oro

El Oviedo remontó el 1-0, pero Trejo empató de penalti

- MAITE MARTÍN

Rayo y Oviedo se repartiero­n el botín en Vallecas, como lo hicieron con los goles y con las ansias de amarrar el tren del ascenso: ambos se mantienen en puestos de playoff. A los franjirroj­os les traen de cabeza los balones aéreos, pero supieron capear el temporal con uno menos y empatar. Mientras, los carbayones continúan con su buena racha y consiguier­on sacar dos empates de plazas difíciles: El Alcoraz y Vallecas.

El partido contaba con los ingredient­es para tener un buen sabor: se veían las caras dos pesos pesados de la Segunda y dos de los más anotadores. No defraudó. La intensidad se mascó desde el principio, ambos contendien­tes tenían hambre y salieron a morder. Pronto llegó el gol, cuando Chori --vestido esta vez de nueve-- voló para cabecear un centro medido de Embarba --el mayor asistente de LaLiga--, aprovechan­do un despiste atrás del Oviedo. Lo mismo de lo que adoleció el Rayo en el 1-1. Esta jugada nació en un córner tocado en corto, siguió con un remate de Carlos Hernández que topó con el larguero y fue entonces cuando el ávido Linares cazó el rechace con la testa para dejársela a Christian, autor del empate.

Apretaron los asturianos antes y después del descanso. Así, dieron la vuelta al marcador con un déjà vu para la parroquia vallecana: Berjón botó un córner y Carlos Hernández definió de cabeza --el Rayo es el equipo que más goles encaja así--. Pronto detectaron los visitantes el Talón de Aquiles del enemigo y trataron de explotarlo, colgando balones al área franjirroj­a. Por los pelos se marchó una ocasión de Christian, igual que otra de Folch. Urgía un golpe de timón en el cuadro madrileño y Míchel movió el banquillo.

El Rayo tenía el balón y sus embestidas resultaban estériles, pero sacó aún más los dientes cuando se quedó con uno menos. No obstante, la expulsión de Velázquez (por soltarle el brazo a Linares) no fue la única decisión controvert­ida de Pérez Pallas: no mostró la roja a Carlos Hernández (por falta sobre Manucho cuando estaba solo ante el portero) y pitó penalti por mano de Christian en un balón que también impactó en su rostro. Salió en camilla y llegó el 2-2. Trejo no perdonó desde los once metros, igual que ante el Nàstic.

El choque estaba al rojo vivo. El palo evitó el gol de Rocha en el 92’ y en pleno fragor de la batalla ambos contendien­tes firmaron el armisticio. Un punto que no llena, pero sacia.

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