AS (Catalunya)

El gran valor de las pequeñas alegrías

- desde la grada A. MARTÍNEZ

La magia del derbi. Hay derbis con sol y viento, otros con lluvia y frío, todos ellos con ganadores y vencidos. Muchos se han jugado en Barcelona y otros ahora se disputan en Cornellà, incluso Espanyol y Barça se han medido en una final de Copa o en cualquier barra de bar cuando se juntan un perico y un culé. Da igual el decorado y el lugar, porque este es el derbi barcelonés por excelencia: uno no es de donde reside sino de donde procede. Puedes cambiar de casa pero no desprender­te de tus raíces. Y las del Espanyol son de Barcelona, sobre todo de Sarrià, de ese barrio por el que tanto transita Piqué.

Piqué y el fuego. El central fue el protagonis­ta del partido, como no podía ser de otra manera. Abroncado en todo momento no se escondió y pudo ver la amarilla por una falta que no vio el colegiado, quien se llevó aquel cántico de “árbitro, culé”, uno de los pocos que vertió la grada de Cornellà-El Prat,

De la calma de la primera parte se pasó a la hostilidad tras el 1-1 de Piqué, con un campo impractica­ble, y unos decibelios que aumentaron.

cívica y sentimenta­l. Como la pancarta de la Grada Canito a este jugador, con un claro lema: “Honraste nuestra historias y nosotros tu memoria”. Se animó también la Juvenil (“repetiremo­s”). Hasta el gol de Piqué… Este, que habla siempre, lo celebró mandando callar a la gente de El Prat y hubo cinco minutos de cánticos y polémicas, reprimenda­s. La cara B de los derbis.

Minuto 21. Antes de empezar el duelo, Gerard recibió una placa junto a David López por los 100 partidos de pericos. Se la entregó un Chen que presenció un encuentro que dará la vuelta a China. Quique decidió castigar a Duarte y Hermoso, la última pareja de centrales, por lo que David regresa junto a Naldo al eje. El Espanyol recuperó su solidez el día más indicado, y eso que Coutinho, que regresaba a la que había sido su primera casa en España, estuvo a punto de marcar en el minuto 21 (al larguero). De hecho, el fue el primero en hacerlo en ese histórico minuto cuando era perico.

Fin del show. El derbi lo tuvo todo. De la calma de la primera parte se pasó a la hostilidad tras el 1-1 de Piqué, con un campo cada vez más impractica­ble, y unos decibelios que aumentaron tanto en el campo como en la grada. Al final, hasta Piqué tuvo que separar a Semedo que quería ir a buscar a Gerard. El show acabó en una entretenid­a tarde de fútbol..

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