La nieve después de la tormenta
La situación emocional del Espanyol cambia como el tiempo, y es capaz de pasar de unos días de enero con más de 20 grados a un febrero gélido, con una ligera nieve manchando los aceras. Lo mismo ocurre en el equipo blanquiazul. Atrás quedó el temporal de Quique y el Stoke, la Copa, el mercado de invierno, incluso los derbis con el Barcelona y las palabras de Piqué, protagonista por donde pisa, enemigo del españolismo, como él se autoproclamó desde aquel derbi de las bengalas de 2008. La nieve todo lo cambia, los paisajes y las ilusiones. Y el objetivo del Espanyol es, al menos, que esas tormentas no vuelvan al menos hasta junio.
Quedan 16 partidos y el Espanyol está a siete puntos de la séptima plaza y ocho por encima del descenso, mientras que el calendario más inmediato (Celta, Villarreal, Deportivo y Real Madrid) no es demasiado halagüeño. El riesgo de caer en el olvido de la clasificación y de la hinchada es muy elevado, sin proyecto a corto plazo, con la duda más que resuelta de la no continuidad de Quique y con la certeza de que la política de fichajes de estos dos cursos no ha sido la adecuada. Al margen del limbo en el que puede caer el equipo, sería conveniente que, una vez pasado este tramo del calendario, se empezara a apostar por aquellos jugadores de futuro a la espera de un salto de calidad que, por edad, aún pueden alcanzar. Roca, Melendo, Navarro, Hermoso... Jugadores que pueden ofrecer más que otros que están cerca de expirar sus contratos. Y que cobran menos... Porque tocará sacar la máquina quintanieves y adelgazar lo que un día se engordó más de la cuenta.