AS (Catalunya)

España, todo preparado (menos lo más importante)

El trabajo que requiere más constancia ya está hecho

- POR CARLOS MATALLANAS

Lopetegui tiene motivos, muchos, para estar satisfecho. Y, a su vez, la afición española tiene las mismas razones para estar muy contenta y entusiasma­da con su selecciona­dor y el equipo que ha formado. Pero la prudencia de Julen cuando escucha preguntas eufóricas sobre las posibilida­des de título en Rusia no es una pose. Es la actitud inteligent­e ante un torneo donde todo pende siempre de un hilo.

El núcleo duro de los 23 próximos mundialist­as parece muy definido. Hay cuatro o cinco plazas abiertas que dependerán del olfato de Lopetegui, de su valoración de los estados de forma concretos a finales de mayo. El trabajo que requiere más constancia y que más mérito tiene ya está hecho. Ese que a Sampaoli en Argentina le va a traer de cabeza hasta junio, porque la debacle del Wanda Metropolit­ano deja en la albicelest­e el peor enemigo de un equipo: las dudas.

España no tiene nada de eso. Se sabe a qué se juega, las diversas propuestas de que se es capaz según el momento de partido o el tipo de rival. En esta concentrac­ión hemos podido comprobar el plan b si el destino nos priva de un jugador que no tiene ni tendrá jamás reemplazo, Sergio Busquets. Lopetegui formó un centro del campo de pequeños, priorizand­o el dominio de balón y donde el carácter todoterren­o de Koke era el principal poderío en fase defensiva. La prueba resultó muy atractiva y el balance riesgo-acierto resultó muy positivo.

Pero lo bueno de haber jugado ante dos potencias como

Alemania y Argentina es que tenían armas suficiente­s para mostrarnos que para ser campeón del mundo necesitas mucho más que dominar el juego y ser de los más temidos. Alemania hizo de Alemania y se desquitó de un dominio total de La Roja con una puñalada trapera cuando nadie lo esperaba, para acabar jugando un tramo final donde los agobios los sufrió España. Y Argentina, pese a la goleada sufrida, hilvanó dos ataques rápidos que nos recordaron por qué existen especialis­tas defensivos como Busquets. Higuaín falló el 0-1 como Silva erró el 2-0 ante Holanda en el debut del pasado Mundial donde España cayó por 1-5 y se desmoronó hasta el punto de acabar siendo la primera selección eliminada de las 32. No hace falta hacer mucho fútbol ficción para dar por hecho que si se llegan a aprovechar sendas ocasiones nos plantábamo­s en escenarios completame­nte diferentes.

Esos detalles, la capacidad para culminar arriba y salvar atrás en los momentos clave de los partidos y los torneos, son los que hacen campeón a un equipo y no a otro. Y un Mundial es la quintaesen­cia de eso. Se alude popularmen­te para definirlo a la expresión “la suerte del campeón”. Evidenteme­nte no es puro azar, porque precisamen­te el Mundial, pese a que es un formato lleno de trampas y donde se juega a cara o cruz, jamás se lo lleva un equipo vulgar o mediano. Como sí ha pasado por ejemplo en las Eurocopas. Si algún año no hay un equipo que presente candidatur­a a la hegemonía mundial, no se preocupen, gana Alemania. O el sobrero, Italia.

En definitiva, es imposible llevarse el título más importante del fútbol sin haber bordado los instantes determinan­tes. Eso es lo más importante, pero por desgracia no se puede entrenar. Se puede llevar todo el trabajo hecho, preparado, para acercar a tus futbolista­s lo máximo a la posibilida­d de éxito. Como está haciendo Lopetegui. Pero realmente esa capacidad extraordin­aria sólo se demuestra llegado el momento. Como la parada de Casillas a Robben. Como el gol de Iniesta.

Tenemos el mejor ejemplo de lo complicada que es la empresa en lo que sufrimos hace ocho veranos. A partir de junio nos toca el mismo papel a los millones de aficionado­s que estamos fuera del césped. Temblar mientras comprobamo­s si los nuestros hacen que salga cara por segunda vez.

Carlos Matallanas es periodista, padece ELA y ha escrito este artículo con las pupilas.

Rusia

No es una pose la prudencia de Julen cuando ve esta euforia

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TODOTERREN­O. Koke, el principal poderío en fase defensiva.

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