AS (Catalunya)

Paul Breitner “Bernabéu fue el único sabio que he conocido”

- MARCO RUIZ /

‘Está para jugar’. Fino, como cuando hizo historia con el Bayern (del 70 al 74 y del 79 al 83), el Madrid (del 74 al 77) y con la selección alemana, con la que marcó aquel gol de penalti en la final del Mundial del 74. Paul Breitner visita As y es un libro abierto ante las preguntas de sus redactores... ➥

¿Cómo recuerda sus tres años en el Madrid? —Era muy joven. Llegué con 23 años, aún estaba Franco… —¿Le marcó?

—Hombre, recuerdo que yo estaba con Gunter (Netzer) en Cerebro, que era la discoteca de moda entonces, cuando dijeron que Franco había muerto. Teníamos un círculo de conocidos importante­s, como Carlos Saura, Geraldine Chaplin y algún otro entre los que estaba la mujer del director de la agencia EFE. Esta señora se fue a la 1:30 a llamar a su marido y al volver nos dijo: “A casa, a casa…”. Ya en casa me puse a ver la tele, pensando en lo que había pasado. Pusieron una película. Y a las 4:14 se escuchó el himno español dos veces y apareció un hombre: “Españoles, Franco ha muerto”.

—¿Qué pasó después? —Cinco minutos más tarde me llamó Agustín Domínguez diciéndome: “Paul, quédate en casa dos días, a lo mejor tres. No sabemos qué va a pasar con los extranjero­s. Tu mujer y tus hijas están en Alemania, así que no pasa nada. Te vamos a llevar comida”. —¿Cuánto tiempo estuvo encerrado?

—Al tercer día me volvió a llamar: “Puedes ir a entrenar”. Habíamos estado dos días sin trabajar. Les dijeron a los otros que estábamos un poco lesionados. —¿Cómo vivió su fichaje por el Madrid?

—Me sorprendió un poco, la verdad, porque estaba jugando de lateral. Y pensé: ¿Cómo va a querer el Madrid o ningún grande fichar un lateral? —¿Le sorprendió?

—Pero tiene una explicació­n. Yo había jugado con Hoeness 16 partidos de la selección nacional juvenil. Y siempre jugaba con el diez. ¡Yo era un diez! Y como tal me fichó el Bayern. Jugué el primer partido de la temporada 70-71 en Stuttgart y lo hice con el seis, en el centro del campo. Y ahí me quedé. Y en octubre me tuve que ir a la mili. No me dejaban salir ni para entrenar. Así que dejé de jugar hasta febrero. Sólo entrenaba una vez por semana por mi cuenta. Ese mes el Bayern jugaba en Hannover. Y cuando regresaba a casa de permiso me llamó nuestro secretario general: “Ve al aeropuerto, te esperamos en Hannover, hay problemas”. ¡Y yo sin entrenar! —¿Y fue?

—Vía Frankfurt. Llegué de madrugada y allí no había nadie esperándom­e. Pero a las 8:00 de la mañana me llamó Udo Lattek, nuestro técnico: “Necesito un favor, que juegues de lateral”. Le dije: “Yo por usted lo que quiera, míster”. —Como está mandado... —Le faltaban los dos laterales, y le pregunté que si quería que jugase en la derecha o en la izquierda. “En la izquierda”, me dijo, “que ahí es más difícil”. —¿Cómo se quedó? —Hasta ese momento yo no había pensado nunca en la vida que jugaría un partido de lateral. ¡En ese tiempo los laterales sólo servían para dar patadas! Entonces, cuando Lattek se fue, me quedé diciéndome a mí mismo: “¿Estás tonto? ¿Estás borracho? ¿Cómo vas a jugar de lateral si no tienes ni idea? Y estuve unas tres horas pensando en cómo hacerlo, y de ahí nació el puesto de lateral que hoy conocemos, con frecuentes subidas y juego ofensivo. El lateral que no da sólo patadas, que defiende y ataca... y es medio.

—¿Lo inventó usted? —Lattek me dijo: “Nunca pensé que lo fueras a hacer tan bien. Desde ahora, ¡eres lateral izquierdo!

—Vaya…

—Tres meses después jugué, con 17 años, mi primer partido con la absoluta de Alemania, de lateral. Y así jugué el Mundial hasta la final.

—¿Y su fichaje por el Madrid? —Tres días después de ganar el Mundial me llamó un yugoslavo que vivía en Dusseldorf. “El Real Madrid quiere ficharte”. —¿ Qué le contestó? —Que si estaba de cachondeo. Y luego, que si hacía falta iría en bicicleta. Le dije que me quedaba un año de contrato y él contestó que eso no era problema… —En la final del Mundial ante Holanda tiró aquel famoso penalti… —Si no lo meto, nunca habría fichado por el Madrid… Seguro. Jugamos siete partidos en aquel Mundial. En el primero contra Chile marqué. En los octavos contra Yugoslavia marqué. Yo hacía unos diez goles sin penaltis por temporada. —¿Cómo es que tiró usted aquel penalti en la final? —¡Porque nadie quería! Müller venía de fallar tres seguidos, y Beckenbaue­r dos. Y antes de cada partido el técnico Schoen preguntaba que quién quería tirarlos, y nadie decía nada. En la final, justo antes de salir al campo, no lo habíamos

Franco “Cuando murió tuve que estar dos días metido en casa”

Lateral “Yo inventé el puesto como se conoce hoy, defendiend­o y atacando”

hablado… Y quedamos en que si ocurría, lo debatiríam­os sobre el campo. ¡Yo no me lo podía creer! Hubiera deseado ganar aquella final con diez penaltis a favor y nadie en mi equipo quería tirar ninguno... —¿ Cómo vivió aquel momento?

—Minuto 25, Hoezelbein corre hacia el área y cae. Y el inglés pita penalti. El balón está cerca del córner. Yo pasaba por allí y sólo quería coger el balón y dárselo a alguien. Lo cojo, me doy la vuelta, y no hay nadie… —Terrible…

—A día de hoy aún no recuerdo nada desde el momento en el que el árbitro pitó el penalti y cuando volvió a reanudar el juego. ¡De nada! Creo que por eso marqué, porque en mi cabeza saltó un automatism­o que me hizo tirarlo. —Saltó mucha cal en el golpeo, ¿le pegó mal?

—Viendo las imágenes compruebo que el portero me amaga a un lado para tirarse al otro. Y yo acierto al tirarle por el mismo lado por el que me amaga. Luego me contaron que tras colocar el balón en el punto de penalti di tres pasos atrás, y que se me acercó Overath y me dijo: ¿Lo vas a tirar tú? Al parecer le contesté en bávaro: “Sí, así que lárgate de aquí y déjame en paz”. (Risas). —Así que marcó el penalti y el Madrid le fichó.

—Bueno, Miljanic tardó en convencer a Bernabéu de que yo era una persona como Dios manda para jugar en el Madrid. De que no era ni comunista, ni maoísta… —¿Lo era?

—En mi país eran las cosas que hacíamos los jóvenes, leer libros del Che Guevara y de Mao Tse Tung, y forrar las carpetas con imágenes de ellos. El caso es que después don Santiago le dio el ok a Miljanic. Y el 8 de agosto me presentaro­n en el Bernabéu. —Sobre su ideología de izquierdas... ¿ayudó usted a los huelguista­s de la Standard? —No me pidieron ayuda a mí, sino al equipo. Ellos hablaron con Amancio, que era el capitán, y él habló con nosotros... Y yo me impliqué, eso es cierto. —¿Cómo recuerda su presentaci­ón?

—Antes de saltar al campo le pregunté a Miljanic, que hablaba muy bien alemán, que por qué había fichado a un

tres.

—¿Qué le dijo?

—“Paul, del 66 al 70 fui técnico de los juveniles de Yugoslavia y jugamos dos partidos ante Alemania. Uno perdimos 4-1 y tu marcaste tres goles y otro perdimos 2-0 y tu hiciste los dos. Y ese día me dije: ‘Si un día puedo comprar un jugador, será ese número 8”. —¿Cómo se organizaba en el Madrid con Netzer?

—Hablé con él y le dije: “Voy a correr para ti, sólo tendrás que preocupart­e de jugar”. Él no quería trabajar pero tenía mucha clase. La verdad es que era un artista. Se tenía que dedicar a jugar… Y mi primer año él hizo una temporada espectacul­ar por este motivo. —A Netzer, Bernabéu le dijo que se cortara el pelo… ¿A usted también se lo dijo? —Don Santiago ha sido el único sabio en mi vida. Estando en el Bayern leía tonterías sobre él, que era un tirano, un cabeza cuadrada, un tío malo… ¡Pero nadie lo conocía! Y tras nuestra primera charla en el Bernabéu me dijo: “Paul, eres cojonudo. Contigo vamos a tener éxito. Y por favor, hemos terminado 18 puntos detrás del Barça. En tu primer año que sean diez. El segundo, 5. Y en el tercero luchamos por la Liga…”. —¿Qué pasó?

—Que el primer año ganamos la Liga con 12 puntos sobre el Barça y que también la ganamos el segundo año. —¿Por qué no renovó?

—Me lo ofrecieron, pero no lo sé. Fue Agustín Domínguez quien me puso la página por delante. No era una cuestión de dinero. Le dije que nos fuéramos de vacaciones y que a la vuelta ya hablaríamo­s con don Santiago, cuando regresara de Alicante. —¿Y qué ocurrió en esas vacaciones?

—Que tenía 24 años y empecé a pensar. En Madrid, como extranjero, no me permitían estudiar, no me permitían montar ningún negocio… Vivía es una especie de jaula de oro y yo siempre tuve muchas inquietude­s. —¿Sí?

—En el Bayern estudiaba además de entrenar, tenía negocios. Salía de mi casa a las siete de la mañana y llegaba a las ocho de la noche. —¿Se aburría en España?

—En Alemania, del 70 al 74, jugaba alrededor de 100 partidos por año. En la 73-74 jugué 109. La plantilla era de 17 jugadores. En Madrid no jugaba más de 40. —¿Se agobió entonces en Madrid?

—Después de un año y medio me aburría mucho, sí. Salía a las diez para entrenar, recogía a mis nenas del colegio… y ya está. Y luego dos o tres veces a la discoteca Cerebro.

—¿Y dice que se movía con gente de la cultura?

—Escritores, estrellas del cine, del teatro… y con muchos toreros. Conocí mucha gente, sí. —Pero no renovó.

—Me gustaba la vida aquí, fueron los tres años más bonitos y felices de mi vida, pero después del tercero debía irme. Y me decían: “¡Eres el primer jugador que se ha ido del Madrid por voluntad propia!”. Pero yo debía salir… —¿Por qué se fue al Eintracht Braunschwe­ig?

—Recibí ofertas del Cosmos de Nueva York para irme con Beckenbaue­r, del PSG, del Marsella… Me llamaron del Liverpool y del United. ¡Y del Colo Colo de Santiago de Chile! —¿Sí?

—Yo me llevaba muy bien con Puskas y me llamó para que me fuera allí con él. Y también me llamó el Bayern, pero allí no podía volver por orgullo. Eso sí, lo hice al año siguiente. —¿Ve al Bayern capaz de darle la vuelta al resultado?

—Sí, claro. No sé por qué la gente dice que el Madrid es superior al Bayern. En la ida no lo fue. Normalment­e el resultado hubiese sido 6-2 o 5-2. En los últimos 30 minutos el Bayern tuvo cuatro o cinco situacione­s de gol siempre con la misma jugada: un dribling de Ribéry, un centro y un chutazo que pega en las piernas de un defensa del Madrid. —¿No le será más complicado en el Bernabéu?

—Yo creo que no. He visto algún partido de Liga del Madrid y veo que tiene bastantes problemas en defensa. El Madrid vive por lo que hace en ataque, por su capacidad ofensiva. Vive por Cristiano, por la organizaci­ón en el centro del campo. Pero su problema está en la defensa. —¿Qué tiene que suceder para que el Bayern pase?

—Estoy seguro de que Lewandowsk­i hará otro partido. Le criticaron mucho y muy duro. Y fue porque casi todos los periódicos han escrito que quiere pasa a pág. siguiente ●●●

Penalti 74

“No recuerdo nada desde que se pitó hasta que se reanudó el juego”

En Madrid

“Conocí escritores, actores y toreros que eran del Madrid”

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