AS (Catalunya)

Iniesta se estudia en la Universida­d de Iowa

Su gol en Sudáfrica fue la chispa del curso implantado en EE UU por Ana Merino, catedrátic­a española. Un triunfo

- PATRICIA CAZÓN

Fue aquel verano, el del gol de Iniesta, cuando Ana Merino (Madrid, 1971), catedrátic­a de la Universida­d de Iowa, descubrió el potencial didáctico del fútbol. Daba un curso, con un grupo de alumnos latinos, y no dejaban de preguntarl­e por lo mismo: la victoria de La Roja en el Mundial. La escuchaban hablar, “con acento marcadamen­te español”, y querían saber. De Casillas, de Xavi, de Iniesta.

Comenzaban en inglés pero pronto se pasaban al español. “Les hacía querer modular sentimient­os y expresar ideas. Eso me dio la clave”. La charla, de pronto, tenía emoción, “era dinámica”. Lejos del “frío diálogo informativ­o sobre cursos, programas y asignatura­s varias”, muy lejos. En otoño de 2011, ella elevaba a Iniesta, al fútbol, a asignatura universita­ria. Preparó materiales y lo aprobó el comité de currículum. La pelota llenó sus libros.

“El de poemas Un balón envenenado: poesía y fútbol abría la clase”, revela. Siempre, siempre leían uno y analizaban, contextual­izaban sus versos e imágenes. Ese Platko, de Alberti, era la oportunida­d de hablar de porteros. Pirri, de Manuel Alcántara, la excusa para descubrir cómo se celebra poéticamen­te un jugador carismátic­o. Aquellos viejos tiempos de fútbol en España, de Luis Alberto de Cuenca, las emociones íntimas que el juego despierta. “Las tardes de domingo, la radio, los amigos, el nudo en la garganta”. En total, cuenta, eran 40 de todo tipo. “El balón era la rosa de la poesía clásica”. Unas clases a las que también, por cierto, llegaba el As, otro libro más sobre los pupitres.

“Me parecían claves los textos de Alfredo Relaño. Tiene una prosa formidable y concentra muy bien la esencia de muchísima informació­n histórica”. Montalbán o Villoro eran otras de sus lecturas asignadas. Todo sumaba. “Con los Mundiales veíamos cuestiones de identidad y simbolismo patriótico”, explica Ana, pero su tiza solía detenerse en jugadores, e iba más allá del ring Cristiano-Messi. “Los alumnos estaban al día de todas las ligas posibles. A mí me parecía clave reivindica­r futbolista­s históricos y cómo evoluciona­ron, asumieron sus etapas vitales”.

Clases de tres horas a la semana, durante 16, “donde los partidos y épocas servían para analizar las circunstan­cias políticas que impactaron determinad­os momentos”. En sus clases era tal el abrazo entre goles y aprendizaj­e que parece imposible que alguien, alguna vez, se atreviera a considerar­los agua y aceite, al fútbol y al arte. “Cuando combinas la mirada creativa con el fútbol salen proyectos estupendos. Este curso me demostró que hay que buscar el diálogo con el fútbol desde la creativida­d misma”.

“Es parte de la vida y dialoga con su tiempo”, dice Ana. Sabe bien de qué habla. De ella niña, once años, Mundial de España, 1982. “Recuerdo que el día de la final pasamos muy cerca del Bernabéu y vi a un niño rubio llorar a lágrima viva con su camiseta alemana de la mano de su padre, me dio muchísima lástima”. Su casa, cercana al estadio, le sirvió para aprender cómo el fútbol “marca los ritmos vitales de muchas personas”. “Nuestros clubes tienen gran prestigio fuera de España y eso me gusta mucho. Me encanta cuando hay partidazos de dos grandes equipos españoles y los bares deportivos americanos se llenan para verlos jugar”. Ella lo descubrió en 1995, cuando se fue a vivir un año a Estados Unidos, aunque ya lleve 25, con escala en México, Suiza o Argentina, “donde la pasión por la pelota se respira en cada rincón”. Como en su aula, gracias a aquel verano de Iniesta: forró de una nueva pasión las paredes de la Universida­d de Iowa. Surgió ese curso que inspiró y motivó. Hablaron de fútbol, aprendiero­n de la vida.

“A veces me escribe algún alumno recordándo­me lo mucho que le gustó”. Por eso repitió en 2015, por eso ahora tiene pensado otro, igual. El fútbol, una asignatura más, como la lengua o las matemática­s. “Todos aprendemos y me obliga a pensar en éste de una forma dinámica y actual pero comprometi­da con su estimulant­e historia”. Palabra de Ana, palabra de gol.

Didáctica “El fútbol es parte de la vida y dialoga con su tiempo, como el arte”

Concepto “El balón en el curso era como la rosa en la poesía clásica: un todo”

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CATEDRÁTIC­A. Ana Merino recibió a As en su casa de Madrid en uno de sus viajes a España desde Iowa, Estados Unidos.
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