AS (Catalunya)

José Luis Perelló “Cornellà no es un error, es cerrar una herida”

- A. MARTÍNEZ /

José Luis Perelló fue el vicepresid­ente primero en la era Dani y el responsabl­e del Área de Patrimonio, la que tuteló la construcci­ón de Cornellà-El Prat. Este inconfundi­ble perico charló con AS sobre las últimas palabras del anterior máximo accionista. Ofreció su validada opinión. ➥

Dijo Dani el pasado lunes que Cornellà había sido su “mayor error”. Usted, como responsabl­e del Área de Patrimonio durante aquella época, ¿qué opina?

—Con Dani siempre existió sintonía, pero discrepo de lo que dice. No es un error. Para muchos españolist­as es un orgullo tener un campo propio. No es Sarrià, pero es su revancha. —Pero endeudó al club… —Tampoco estaría de acuerdo. Si tiramos de hemeroteca, en las diversas Juntas de aquellos años se explicó de una manera extensa cómo se iba a financiar el estadio. Iba a costar lo mismo que lo que ingresaría­mos por la venta de los terrenos del centro comercial, es decir, 40 millones de euros. Ese era el precio original, pero luego se hicieron mejoras estructura­les, se añadieron materiales buenos, por lo que el estadio se encareció y tuvimos que complement­arlo con un crédito sindicado.

—Y allí llegó la asfixia… —Hice hincapié en llevar las cuentas separadas: en una la deuda del estadio y en la otra, el funcionami­ento del club. Pero eso no se pudo hacer. Se mezclaron. No creo que el estadio sea el causante de la deuda que se generó. No quiero abrir polémicas. Pero hay otra realidad. La primera piedra del estadio se colocó en 2003 y en 2009 se inauguró. Creo, y tiró de memoria así que ustedes lo sabrán mejor, que los fichajes fallidos entre 2003 y 2009 pueden ser el coste extra del estadio. Pero no me gustaría ser demagogo. Lo que ocurría en el Área de Patrimonio no debía haber influido en la marcha del club. Entiendo que criticar es fácil y gestionar es difícil. Pero si hiciéramos una lista de fichajes fallidos… Un fichaje nunca será un orgullo, pero si lo es un campo propio. Aunque en esto del fútbol los conceptos se puedan manejar. —¿Ponga un ejemplo de por qué ese encarecimi­ento? —Hubo momentos complicado­s. Tuvimos que atender unas necesidade­s extras, cómo hacer una balsa de laminación de agua que costó una fortuna para la Agencia Catalana del Agua. Lo fuimos trampeando. —Dani dijo que el alcalde de Barcelona le comentó que quitarían la pista de atletismo de Montjuïc y le darían el estadio. ¿Lo sabía?

—Si lo dice Dani, no lo dudo; pero a mí no me consta. —¿Cree entonces que si el equipo se hubiera quedado en Montjuïc deportivam­ente hubiese ido igual?

—No se sabe. Está claro que hay que situarse en aquella época, con el trauma de Sarrià muy reciente y encontrarn­os en Montjuïc con una provisiona­lidad. Esa nunca sería nuestra casa. Teníamos una herida tan honda que deseábamos cerrarla. Era nuestra pretensión desde el sentimient­o y la ilusión.

—Otra de las afirmacion­es fue que el estadio daría beneficios. ¿Por qué, nueve años después, cuesta tanto? —Hay que tener en cuenta varios factores. Cuando se diseñó había espacios para aprovechar desde el punto de vista comercial para que dieran ingresos. Pero en 2007, económicam­ente, se cayó el mundo: llegó una crisis profunda. No se pudo cumplir parcialmen­te lo que estaba previsto, aunque está el columbario y se está construyen­do el túnel del viento… Teníamos gente interesada en montar un macrogimna­sio pero se abortó esa y otras iniciativa­s con la crisis. No renuncio que se pueda revertir. —¿Contaron con ayudas de la Administra­ción?

—Tuvimos unas ciertas facilidade­s, pero ayudas públicas, no. El Ayuntamien­to de Cornellà, el del Prat, la Generalita­t… Nos facilitaro­n dentro de la ley poder tener esos terrenos y organizarl­os. Para Cornellà y El Prat era apetecible. Le venía bien a todo el mundo.

—El estadio es el que menos ocupación tiene de la Liga, rozando el 50 por ciento. ¿Considera que lo hicieron demasiado grande?

—Para nosotros esta capacidad es ideal. Tiene el mismo aforo que Sarrià. Está hecho a la medida de nuestras necesidade­s. Debe haber un crecimient­o de socios en el futuro. Pero creo que falta delicadeza social y la marcha del equipo tampoco ha ayudado. Ha sido una carencia. Y luego está el problema de la grada de animación, que me gustaría que se resolviera. El día de la inauguraci­ón habríamos llenado tres estadios. Incluso teníamos prevista una ampliación, así que creo que la medida es ideal para un Espanyol como el que sueño.

—¿Ve el futuro mejor? —Estamos en una zona gris. Quiero pensar y pienso que lo mejor está por venir. El equipo debe ir bien para que todo lo otro se mueva. —¿Conserva acciones? —Me quedé unas testimonia­les y también mi familia. —¿Le ha decepciona­do el proyecto de Rastar en estos dos primeros años de vida? —Tuvimos una gran noticia cuando Chen compró el club. Se anunció que sería un antes y un después en la historia de la entidad. Aunque se dejaron llevar por la euforia al hablar de Champions. Se precipitar­on, quizás por exceso de ilusión o por desconocim­iento. Si no se cumple lo dicho puede pasar factura. Se pecó de exceso de optimismo. Es cierto que la coyuntura económica de China no es la que era, pero hay un desencanto general en la afición producto de la irregular marcha del equipo. Y luego hay otra vertiente social. —¿Cuál?

—No hay afecto. Está bien profesiona­lizar el club, pero debe ser compatible con una preservaci­ón de la esencia del Espanyol. Eso no se ha tenido en cuenta. El Consejo merece mi respeto, aunque noto a faltar el españolism­o tradiciona­l, el que entiende la casa y cómo funciona la entidad. Somos un club atípico, de familias en el buen sentido de la palabra: no somos del Espanyol por los títulos, para nosotros es una religión. Estoy seguro de que rectificar­án y acercarán más al club a la gente.

—¿Volvería al Consejo si se lo plantean?

—Ni me lo planteo.

—¿Qué le parece la posición política que ha tomado el Espanyol?

—Estoy de acuerdo y satisfecho.

Argumento “Entre 2003 y 2009 los fichajes fallidos son el coste extra del estadio”

Explotació­n “La crisis frenó algunas inversione­s, como la de un macrogimna­sio”

Crítica “La capacidad del estadio es ideal... Pero falta delicadeza social”

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