Los Warriors pueden ser campeones hoy
Durant selló el 3-0 y esta noche se juega el cuarto
El es así: un asesino”, dijo LeBron rendido a Kevin Durant. Había firmado una actuación para la historia (43 puntos, 13 rebotes y 7 asistencias) con la que había absorbido todos los intentos de revolución de los Cavs, que con el traslado de la eliminatoria a su pista hicieron todo lo que pudieron por regalarse una oportunidad que se fue para no volver. La espantó Durant.
El alero selló el partido con un triple letal desde casi diez metros (100-106) a falta de 50 segundos. Un año menos, un día antes, en el tercer partido y en Cleveland, había anotado otro prácticamente desde el mismo sitio, también en el último minuto, también para sentenciar y también para poner (esta vez 102-110 final) un 3-0 que nadie ha remontado en playoffs en las 131 veces que se ha dado.
Los Warriors ficharon en 2016 a Durant para resolver batallas como esta, en la que los Cavs se dejaron el alma pero no pudieron maquillar sus imperfecciones. No ante semejante rival, ni siquiera con el triple-doble de un LeBron asfixiado en la segunda parte por la defensa de los Warriors y por la insoportable dependencia de él que tiene su equipo: descansó un minuto, acabó con un tobillo tocado y hoy (03:00) saltará otra vez a la pista, menos de 48 horas después del triple de Durant, para evitar que los Warriors cierren por la vía rápida su tercer título en cuatro años. La dinastía.
El último 4-0 en una final lo encajó (ante los Spurs, 2007) el propio LeBron, en su primera visita con los Cavs a la lucha por el anillo. Han pasado once años y ahora, camino de los 34, LeBron afronta la que será salvo milagro su sexta final perdida en nueve intentos. Y hoy además, si se cumplen los pronósticos sobre esta eliminatoria y sobre su futuro, también el que puede ser su último partido con la camiseta de los Cavs. Y eso alarga una sombra mucho más ominosa que la derrota en esta final. Por The Q, por Cleveland y por los propios Cavaliers.