Rusia abre sus puertas gracias al Mundial
Apenas se han reseñado enfrentamientos entre aficiones rivales
Boicot, espías, xenofobia, dopaje, persecución a homosexuales, matanzas de perros... Sobre el papel, a Rusia solo le faltaba mostrar vídeos de osos bebiendo vodka por las calles kaláshnikov en mano. Para estupor de unos y grata sorpresa de otros, nada de eso se cumple.
La organización del Mundial trabaja y mucho sobre todos los puntos en los que decían que el país anfitrión flojeaba: dificultades con el idioma, inseguridad o peligro para los valores de la libertad y la democracia. Hasta el momento hay que lamentar pocos incidentes y, por desgracia para quienes suelen afilar su pluma para señalar a Kremlin como culpable de todos los males del mundo, parece que ciertos visitantes se saltaron las normas del juego limpio.
Las ‘fan zones’ oficiales son el punto de encuentro para los que tienen entradas y han viajado a Rusia para disfrutar de la fiesta del fútbol, conocer a gente y darse cuenta de que los estereotipos son solo eso. Putin ha sabido jugar sus cartas. Por ahora, ni rastro de terribles hooligans rusos ni enfrentamientos como en la Euro 2016. ¿Dónde están los resultados de esas temibles drakas? ¿No se habían aliado barras bravas argentinas con criminales rusos? Nada de nada. Solamente las agresiones aisladas de un grupo esporádico de argentinos a unos croatas.
Las entradas a los estadios están siendo ordenadas, los voluntarios ayudan como nadie y hasta famosos que olvidan sus pertenencias en un taxi las recuperan horas después de mano del propio conductor, con salvedades. Si era peligroso que se bebiera, ahora se critica que no hay suficiente cerveza; si un coche pierde el control, enseguida se habla de un atentado yihadista. La imagen de Rusia no vende porque la realidad difiere de lo que vemos cada día en la prensa y los millones
que han venido se están dando cuenta. Aquí no todo es maravilloso, pero a este Mundial no se le pueden poner pegas.
Transporte gratuito gracias al Fan ID, implantación del VAR, fiesta en las calles y gente con mente abierta es lo que se ve hoy en Rusia. Por supuesto, las infraestructuras podrían mejorar, los hoteles son algo caros y cuesta expresarse, pero basta darse una vuelta por cualquier sede para ver que desde camareros hasta taquilleras del metro intentan entender el inglés e, incluso, chapurrear español.
En el ámbito futbolístico, esta primera fase deja sorpresas: agonías de Argentina y Alemania, sudores de España y el adiós de Salah. Pero a la vez, hemos descubierto un enigma: un misterio metido en una matrioshka en la que la primera muñeca dibuja la sonrisa de un Putin que algunos considerarán como maléfica pero que, en realidad, muestra la satisfacción del trabajo bien hecho. ¿Qué esconderá la última de las figuras? Habrá que esperar al 15 de julio o venir a Rusia para comprobar que no hay un ladrón en cada esquina ni los rusos cabalgan a lomos de un oso.