Iniesta: dos meses que parecen cien

El 27 de abril, Iniesta anunciaba su adiós al Barcelona tras 22 años en el club y 16 temporadas en el primer equipo. Apenas seis días antes, había brindado un nuevo recital con la final de la Copa del Rey como escenario. Marcó un gol, estrelló un balón en el travesaño, patinó como sólo él sabe patinar sobre un campo de fútbol. El Wanda Metropolitano asistió a la última gran noche del manchego. Hubo muchos que se animaron a decir que Iniesta aún tenía cuerda para rato, que podía seguir jugando al más alto nivel en lugar de buscar el fútbol en ligas del Lejano Oriente. Pero él zanjó el debate con una frase: “Siendo honesto conmigo y con el club, entiendo que mi etapa acaba este año”.

Andrés siempre fue honesto, con el balón y sin él. El Mundial ha demostrado que el Iniesta que disfrutamos, el que rondó alrededor de aquel 2010 mágico, no volverá, que incluso a él se le puede nublar la vista y dejar de ver esos huecos en las defensas rivales que nadie más acertaba a ver. Los dos meses transcurridos desde la final de Copa parecen un mundo. Ayer, una hora y cuarto después de quedar eliminado del Mundial, anunció su adiós a la Selección. Hace bien, sabe que son otros los que deben reanimar una Roja que de un tiempo a esta parte no sabe a lo que juega. Al tiqui-taca, esa prestidigitación de la que Iniesta fue el amo, parece no quedarle ya cuerda. Lo honesto quizá sea cambiar de truco.