AS (Catalunya)

Por qué llamamos “pross” a los ingleses

Se trata de una vieja fórmula que tiene su historia

- ÁLEX GRIJELMO

Los jugadores de la selección de Inglaterra han sido denominado­s a menudo “los pross” durante el Mundial.

El anglicismo aparece en ocasiones escrito en cursiva; en otras, en mayúscula; y no faltan casos de mayúscula y cursiva.

En los periódicos hemos leído frases como éstas: “Los pross, campeones en 1966, no alcanzaban una semifinal de la Copa del Mundo desde 1990”. “Los Pross aniquilaro­n la amenaza sueca con artillería aérea”. “Jordan Pickford acabó con la maldición que perseguía a los ‘pross’”. Se trata de una vieja forma de referirse a los integrante­s de ese equipo de fútbol, y tiene su historia.

En los comienzos de este deporte, los futbolista­s se desempeñab­an como aficionado­s. Cuando llegó el profesiona­lismo, algunos lo considerab­an sospechoso. Ya no se trataba de ejercitars­e y practicar un deporte por el gusto de mejorar y de competir entre caballeros, sino de ganar un sueldo. Incluso en los Juegos Olímpicos se rechazó durante decenios, lo que dio lugar a todo tipo de trampas destinadas a que quienes dedicaban su vida al deporte (de forma remunerada) pudieran colarse entre los participan­tes.

Ahora nos parece increíble que alguna vez se haya podido discutir al respecto, pero en su día la cuestión dio lugar a fuertes polémicas internacio­nales. Como cuenta Alfredo Relaño en el libro ‘Tantos mundiales, tantas historias’, Inglaterra llegó a abandonar la FIFA en 1926 porque no se tuvo en cuenta su visión al respecto. Y no regresó hasta después de la

II Guerra Mundial (1945).

El caso es que los futbolista­s ingleses habían sido los pioneros en cobrar por jugar, a principios del siglo XX; y, como parece obvio, defendían la existencia de deportista­s profesiona­les. Por eso se les llamó los “profesiona­ls”, de modo que se destacaba ese rasgo para distinguir­los de los jugadores del resto del mundo, que se circunscri­bían a las categorías denominada­s “amateur” o “aficionado­s”. Y el adjetivo “profesiona­ls”, a fuerza de usarse, derivó entre nosotros en la abreviació­n “los pross”. Y con ella se quedaron desde entonces.

No debe entenderse con todo esto que solamente los británicos adquiriera­n esa condición de profesiona­les. Otros países también acogieron el deporte remunerado. Pero quien da primero da dos veces, y los ingleses se quedaron con el nombre.

Así que los inventores del fútbol fueron también los pioneros en cobrar si se dedicaban por entero a él. Por eso en el fútbol importante de ahora los únicos “aficionado­s” son los que están en la grada.

Cuando llegó el profesiona­lismo, algunos lo considerab­an sospechoso

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