AS (Catalunya)

Jorge Zepeda “En mi novela el pelotón es el Expreso de Oriente, a lo Agatha Christie”

- MARCO RUIZ

El escritor y periodista mexicano Jorge Zepeda Patterson (Mazatlán, 1952) da el salto de la política al deporte con ‘Muerte contrarrel­oj’, un thriller ambientado en el Tour de Francia. Un trabajo con el que se metió de lleno en el mundo del ciclismo, cuyas interiorid­ades desgrana.

¿Cómo llegó a la idea de ambientar un thriller en una gran carrera ciclista? —Por dos razones. Por un lado me llamaba mucho la atención la épica, el sacrificio y la entrega de estos atletas. Creo que es la disciplina que más exige al deportista de alto rendimient­o. Correr un Tour de Francia es correr un maratón todos los días. Y en esta manera de vivir, prácticame­nte entregados a la bicicleta, se generan muchas pasiones. Se presta muy bien a la intensidad de un drama de ambición y amoroso. —¿Da para una novela negra?

—En ellas siempre están exacerbada­s las pasiones humanas. Y algo tan competido y sufrido como un Tour facilita extralimit­ar aún más estas pasiones. Por otro lado, en el ciclismo la muerte siempre está presente en carrera. Se juegan la vida. Los vi bajando a más de 90 kilómetros por hora, indefensos, sólo con un ligero casco, en carreteras de montaña llenas de gravilla, donde la distancia entre ellos y el abismo es cero, donde una curva mal tomada significa una tremenda caída, todo para ahorrar unos segundos en una carrera de muchos kilómetros... ¿Si están dispuestos a morir para ganar esos segundos cómo no van a poder estar dispuestos a matar por ello? —¿Y la otra razón para elegir el ciclismo como escenario?

—Que me apetecía mucho hacer una novela de corte clásico, a lo Agatha Christie, en la que el victimario fuera un grupo cerrado. Ahí uno de ellos es el asesino y tienen que verse una y otra vez las caras, sabiendo que uno de ellos puede ser la próxima víctima. Justamente el pelotón del Tour está junto durante 21 días; se convirtió en mi Expreso de Oriente. El pelotón, como ese tren, se va desplazand­o y tiene una fecha de llegada a un destino, que es París en lugar de Estambul. Y como verá el lector, es una trama en la que el asesino va dando golpes dentro del pelotón y sólo puede ser uno de ellos por la manera en la que se han presentado. Esto le da una doble intensidad a la novela. —Incluso hay dos historias en la novela: quién será el asesino y quién ganará el Tour… Y enganchan por igual. —Fíjese que me ha dado mucha satisfacci­ón la reacción de los lectores en el sentido de que les han apasionado en igual medida estas dos tensiones. Quién es el asesino es la pregunta clásica de toda novela negra. Aquí hay algo más. —¿Ha gustado la novela en el mundo ciclístico profesiona­l?

—Bueno, sé que la tiene Marc Soler, Alejandro Valverde y alguno más… Llegó a los directivos de Movistar… —Le pregunto porque usted dibuja un mundo del ciclismo feroz por competitiv­o. —De hecho, para la investigac­ión, estuve pegado a ellos en alguna gran vuelta. Incluso, muy generosame­nte, la gente de Movistar me subió de copiloto en alguna de las etapas en el coche oficial. Además, en el número 1, el que va pegado al pelotón. Fue en la Vuelta a Cataluña, que es menos tensa, digamos, y permite un mayor acercamien­to. Incluso en alguna charla de sobremesa algunos de los ciclistas profesiona­les y los mecánicos me ayudaron a armar dos o tres ideas sobre cómo boicotear una bicicleta y cosas así. —¿Qué vio cuando se metió dentro de ese mundillo?

—Es un mundo muy épico. Puede que hace 30 años fuera otra cosa, pero ahora son vidas dedicadas por completo. Si alguien se toma dos semanas de vacaciones en diciembre ya no es competitiv­o en febrero. Tengo un profundísi­mo reconocimi­ento y admiración por estos monjes-atletas. En el Tour, el cuerpo es incapaz de absorber las calorías que está perdiendo y al final de la segunda semana está consumiend­o tu propio cuerpo. Algunas de estas competicio­nes son contra natura. Y el gramo de voluntad que ponen para subir las últimas rampas a mí, verdaderam­ente, me conmueve. —Steve y Marc, líder y gregario, dos de los personajes centrales. El primero tiene un origen acomodado y su gregario tuvo una infancia pobre y dura. ¿Encierra esta relación alguna lección de vida que quiera representa­r? —Tal cual. La vida nos impone condiciona­mientos que terminan dictando la posibilida­d de ser líderes o escuderos para unos u otros. Muchas veces pensamos que estamos marcados. Pero de alguna manera la historia de la novela es que los escuderos, en un momento dado, pueden trascender las condicione­s que los limitan y ser dueños de su propio destino. Es algo que sucedió en la novela y que parece haber sucedido en el Tour, donde el escudero ha ganado a Froome. —Es parte de la historia de la novela.

—De estas veces que la realidad termina copiando a la ficción, porque Thomas y Froome son muy buenos amigos, como Steve y Marc en la novela. El libro tiene un trasfondo que no sólo es la competenci­a que tienen por la chica. También es una historia sobre la amistad, sobre la lealtad y la traición, sobre la confrontac­ión entre servir a un amigo o conquistar el sueño albergado durante toda una vida. Pero unido a esto tiene una tercera tensión. —¿Cuál es?

—Es la reivindica­ción de los de abajo en el sentido de que no están los dados absolutame­nte echados. —¿Le fue difícil entrar en la psicología de los ciclistas?

—Es fácil entender la psicología de los ganadores. La de

Atracción “Me llama mucho la atención la épica y entrega de estos atletas”

Esfuerzo “Algunas carreras son contra natura; esa voluntad me conmueve”

Steve, la de un líder. Ellos están compitiend­o por la gloria. Es más difícil de comprender, en cambio, el papel de un gregario. Particular­mente cuando son tan buenos atletas y tienen una vida de sacrificio­s por otros. Como dice Marc: “Mi oficio es no ganar”. ¿Cómo construir una psicología que sacrifica tanto hasta el punto de ponerse como alfombra, a los pies de otro, que va a ser el que se lleve la gloria? —¿Cómo lo hizo? —Yo llegué al ciclismo con esta pregunta en la cabeza. ¿De dónde sacan esta fuerza de voluntad los ciclistas para quemarse en la montaña como si fueran fusibles, sabiendo que después de eso se irán a la cola del pelotón y llegarán 20 minutos más tarde? Y todo por su líder. Y no hay premio aparente, al menos ante el gran público. Para mí, está claro que son héroes. Yo veo a Thomas habiendo pasado alguna noche como las que pasó Marc, debatiéndo­se entre su alma de gregario y su ansia de pasar a la historia. Se trata de todo un drama personal. —Fiona es un personaje muy central en la novela, pero no aparecen más chicas… ¿Debe el mundo ciclista mejorar en eso, en la igualdad?

—Yo encontré en los equipos masajistas, dietistas, doctoras, jefas de prensa… No es motivo de sorpresa y eso me gustó mucho. Y por otro lado, el amateur y semiprofes­ional se pueden encontrar a muchas mujeres en la competició­n, lo cual es muy satisfacto­rio. Las grandes competicio­nes son un mundo de varones, sí, pero no necesariam­ente machista. Incluso, en casi todos los medios de comunicaci­ón del mundo suele haber una mujer en la triada o dupla de comentaris­tas.

—Después del proceso que ha experiment­ado siguiendo el ciclismo y escribiend­o la novela, ¿ha cambiado su visión de este deporte? —Genéricame­nte aprendí muchísimo. Ahora veo el Tour y me doy cuenta de que ahí dentro hay 200 batallas, no sólo las que se ven en la parte de delante en la televisión. He aprendido a ver este deporte. El joven que es invitado por primera vez por el equipo al correr el Tour quiere hacerlo bien para repetir, y se juega la vida. El que lleva dos o tres años y tiene un competidor de su nivel dentro del equipo está en el mismo caso, quiere mantenerse o ascender a la posición siguiente. Hay 200 agendas, tantas como ciclistas hay en el pelotón, y es muy divertido ver cómo juegan sus cartas. Esa dimensión sí es nueva para mí y me gustaría que el que lea la novela, empiece a visualizar­lo así. —¿Cree que atraerá aficionado­s? —Sin duda. Por otro lado, yo abordé lateralmen­te el tema del dopaje porque, dopaje o no, la cuota de sacrificio que implica recorrer 21 días todas esas carreteras y rampas, esa cantidad de kilómetros, supone tal épica, sacrificio y fuerza de voluntad que este deporte sigue teniendo sentido.

—Usted viene del thriller político. ¿La política se presta más que el deporte a ese ambiente de intrigas?

—Por supuesto. Pero justamente después de hacer tres novelas de thriller político me apetecía mucho tocar esta historia, que es esencialme­nte humana, la de esta épica. Al final, la ambición o la traición habitan en mucho de lo que tocamos en la vida cotidiana. —Como mexicano, ¿qué ambiente ve en su país después del ascenso al poder de López Obrador y la izquierda? —Es un ascenso tan drástico el suyo… El presidente electo ha basado su camino en presentars­e como un candidato antisistem­a. Su triunfo para muchos representa una enorme esperanza y para otros un enorme temor. Nadie queda indiferent­e a este tsunami político que llegó a México. La exasperaci­ón y la rabia frente al desplome de las cosas en México, sobre todo de la seguridad pública y la corrupción, hizo que al votante la rabia superara al temor y votó por este cambio. Toma posesión a primeros de diciembre, pero sus medidas tienen a todos, como le digo, o entusiasma­dos o espantados. Bajo mi punto de vista, el país había tocado fondo y una sacudida al tablero era necesaria.

Gregarios “Su vida es sacrificio por otros. Como dice Marc: ‘Mi oficio es no ganar”

Dopaje “Lo abordé lateralmen­te; en deporte tan sufrido y épico tiene sentido”

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