Las ciclistas piden grandes vueltas: “Es el momento”
El Giro, la única que llega a 10 etapas en el World Tour femenino
El 17 de julio, el Tour de Francia veía como Alaphilippe ganaba en Le Grand Bornand la 10ª etapa. Más allá de la cabalgada del francés y la escapada, hubo poca historia. Pero antes, en el mismo trazado, se vivió un gran espectáculo ciclista. La Course, la prueba femenina del Tour (recuperada en 2014) que sólo consta de un día, había dejado a la holandesa Van Vleuten como épica vencedora de “un carrerón”, como la cataloga Mavi García, ciclista del Movistar que fue 13ª (Santesteban, 9ª).
La prueba, retransmitida por televisión, dejó una pregunta en el aire: ¿por qué no existe un Tour femenino similar al masculino? Existir, existió. Tras algún intento anterior, el primero se celebró en 1984, organizado también por ASO, y con una duración de tres semanas, que se redujo a dos en 1985. La experiencia, con poca repercusión, acabó en 1993, aunque desde un año antes se corría ya la Grande Boucle Femenine, sin compartir ya ni organizador, ni fechas, ni presupuesto con la masculina.
Somarriba. “Tenía pocos medios, ya entonces el Giro femenino estaba muy por delante”, apunta Gema Pascual, exciclista que disputó ambas carreras y ahora presidenta de la Comisión femenina de la Federación Española. Aún así, aquella prueba sustituta del ‘Tour’ acaparó atención en España por los triunfos de Joane Somarriba (2000, 2001 y 2003). En la actualidad, y después de que aquel ‘Tour’, con ya sólo cuatro etapas, se dejase de celebrar en 2009 (el también francés Tour de L’Aude, la otra ‘grande’, paró en 2010), es el Giro femenino el que se mantuvo como única ‘gran vuelta’. Celebrado ininterrumpidamente desde 1988 (Somarriba lo ganó en 1999 y 2000), en la actualidad consta de 10 días, la carrera más larga del calendario World Tour femenino, que este año tiene 24 pruebas (13 de un día), aunque las dos que se disputan en España son por etapas: la Emakumeen Bira vasca (cuatro días) y La Madrid Challenge by La Vuelta, la equivalente a la ronda española, que este año aumenta su recorrido a dos jornadas coincidiendo con el final de la masculina.
Un paso adelante, pero aún a años luz de poder convertirse en lo que es la Vuelta para el ciclismo de hombres. “Si hubiese varias grandes rondas, como ocurre en el calendario masculino, ayudaría a la visibilidad”, pide Mavi García. Y Gema Pascual matiza: “Pero siempre que vayan de la mano de una buena organización, sólo así tendrán una repercusión positiva”. En eso suelen ser un ejemplo las pruebas que se celebran junto a sus versiones masculinas como Flandes, Lieja... o la Vuelta. Guillén recoge el guante y promete que ese es el camino: “Intentamos hacer las cosas bien. Nuestra carrera femenina nació para un año, con motivo del 80 aniversario, pero se ha consolidado y ya podemos decir que es por etapas. El objetivo, no digo que para el año que viene, es seguir creciendo y llegar a tener una Vuelta en el futuro con al menos cinco etapas”.
El Tour En 1993 ASO lo dejó y llegó otra prueba con menos medios
La Vuelta Este año ha pasado de una a dos etapas y el objetivo es crecer
Actualidad. Para Pascual “dar pasos adelante siempre es positivo”. Aunque también reflexiona: “Viví la época en el que parecía que el ciclismo femenino despegaría y luego hubo un tremendo vacío. Ahora hay marcas como Movistar y muchas extranjeras que están apostando y es la oportunidad. ¿Vamos a tener que esperar 20 años para ver grandes vueltas y que el ciclismo evolucione? El momento es ahora”.