AS (Catalunya)

Una diferencia de solo 16,5 metros

- desde la grada A. MARTÍNEZ

Matiz decisivo. 16,5 metros es la distancia que separa el área de gol con el área grande, un espacio rectangula­r en el que el Real Madrid decidió su partido ante el Espanyol. La puntería de Asensio fue la desdicha de Piatti o Hernán en la primera parte; la justicia del VAR en el tanto blanco fue la injusticia del larguero en la espléndida vaselina de Borja Iglesias. Durante 90 minutos y unos cuantos metros el Espanyol le igualó el pulso al Madrid, con orden, disciplina y una cierta dosis de atrevimien­to en los contraataq­ues, en un partido en el que Rubi no habría cambiado ni una coma del guion que tenía escrito.

Extremos. Con un Madrid más profundo por las bandas, Hernán y Piatti fueron las apuestas en lugar de Baptistao y Sergio. El Espanyol dio un paso atrás cuando su rival progresó, por lo que se pudo ver la otra versión del equipo, la contragolp­eadora y reservada, viejas costumbres y también válidas. La cara fue

El Bernabéu deja una nueva derrota, la enésima desde la 95-96, pero el equipo sale reforzado. La diferencia de millones se resumió en 16,5 metros.

Hernán, un caballo salvaje con tanto verde por recorrer, agresivo en defensa y punzante en ataque, el hombre de la primera parte. La cruz fue Piatti, quien no halló desequilib­rio ni puntería. Estadios como el Bernabéu son una panorámica de los equipos, y la sensación que causó el Espanyol fue positiva, dando un paso al frente cuando el tiempo agonizaba.

El banquillo. Rubi probó anoche a un nuevo futbolista, Naldo, quien cumplió con creces en un contexto más propicio, defendiend­o más que atacando. Darder fue nuevamente sustituido, pasó de puntillas eclipsado y sin verticalid­ad, mientras que las individual­idades del Madrid pusieron en aprietos a un Espanyol que por primera vez se vio superado en cuanto a posesión pero respondió con un planteamie­nto inteligent­e y con claras ocasiones.

Ley de Murphy. Aplaudidos Diego López y Granero por una grada del Bernabéu que recuerda su pasado, ambos siguieron sumando minutos y buen rendimient­o, como Sergio García, furioso entre líneas cuando pisó el césped. Le faltó acierto y determinac­ión al Espanyol en el tramo final, no ideas, pues tenía claros los caminos para llegar a la meta de Courtois. El Bernabéu deja una nueva derrota, la enésima desde la campaña 95-96, pero el equipo sale reforzado. La diferencia de millones se resumió en solo 16,5 metros. Un gol de un experico. Para colmo.

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