AS (Catalunya)

El Madrid, hecho un flan, sufre hasta la insoportab­le presión interna

- ELÍAS ISRAEL @elias_israel

Los nervios del campeón. Benzema decidió echarse al Madrid a la espalda en el momento más difícil para Julen Lopetegui. Fue el que mejor entendió el partido en ataque y al que menos se le notó la tensión del entorno blanco. Marcó el primer gol, aunque ni siquiera eso disipó la debilidad defensiva del equipo, al que el Viktoria generó demasiadas ocasiones para desesperac­ión del aficionado y la evidente falta de gol en el porcentaje de ocasiones generadas. El Madrid vive al borde de un ataque de nervios y eso se ha contagiado a cada rincón del Santiago Bernabéu.

Una agonía innecesari­a. Echar a un entrenador por los malos resultados es una decisión lícita, aunque si no te lo piden ni tu afición ni tu vestuario puede sonar a capricho. Lo que sí es gratuito es la crueldad en la filtración, el desprestig­io y el desagradec­imiento, al que perdió la carta del Mundial, Rubiales mediante, por vivir el sueño madridista. La gestión del técnico no es más deficiente que la de su presidente en la confección de la plantilla blanca. La crueldad, tras la derrota ante el Levante, no era necesaria. Puedes echar a Lopetegui, es fútbol, pero la saña en la agonía describe a las personas. Los nervios, trasladado­s desde dentro, también ayudan a atenazar a los futbolista­s, que juegan al borde de un ataque de nervios.

El once como metáfora. Lopetegui alineó ante el Viktoria un equipo que bien podía ser el de la temporada pasada. Para los que pensaban que, en situación de máxima debilidad, se iba a plegar a los deseos del club de ver a Courtois y a Vinicius en el once, prefirió hacer lo que hace siempre: ser consecuent­e con sus ideas y poner a los que mejor considera para ganar el partido. Si Asensio y Varane no están a la altura, pues al banquillo y a ganarse el puesto. Lo fácil es claudicar; lo difícil, ser consecuent­e con tus ideas hasta las últimas consecuenc­ias.

El síntoma Marcelo. Es inconcebib­le que, por sus ganas de ayudar y con su experienci­a, el brasileño no pida el cambio después de ese golpe que sufrió en el tobillo y deje al Madrid con diez los últimos minutos. La única noticia buena fue la entrada de Fede Valverde, que jugó unos minutos interesant­es, poniendo energía. El Madrid es un enorme signo de interrogac­ión con vistas al Clásico, por mucho que no esté Messi.

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