Luces y sombras de una presidencia de otra época
Acabó con el poder omnímodo del Real Madrid
Josep Lluís Núñez tiene ganado un sitio en la historia del Barcelona, 22 años mandando dan para mucho. Tanto, como para fundar una corriente, el ‘nuñismo’, que todavía divide a una parte de los culés que se enfrentan a los ‘cruyffistas’. Y eso que ninguno de los dos personajes puede entenderse sin el otro.
A Núñez hay que agradecerle la modernización de un Barça que vivía a la sombra del Real Madrid post-Bernabéu y que le plantó cara dentro y fuera del terreno de juego. Dentro, fichando todo lo mejor que ofrecía el mercado: Simonsen, Alexanko, Quini, Schuster y Maradona en su primera época y luego a Romario, Ronaldo…
Fuera del campo, reclamando derechos de televisión por la transmisión de los partidos, algo que ahora parece normal, pero que entonces sólo cobraba el Real Madrid ante lo que Núñez se opuso. Amplió el Camp Nou, creó los “ingresos atípicos” y dio lustre a las secciones. A nivel social, expandió la marca Barça en un adelanto de lo que se vive ahora. En la junta, supo conjugar a todas las sensibilidades políticas.
Pero en el retrato tampoco puede olvidarse la manera cómo llegó al poder mediante unas elecciones más que turbias en las que Víctor Sagi, el candidato favorito, se retiró chantajeado y Nicolau Casaus ejerció de submarino contra Ferran Ariño, que era el candidato continuista de la obra de Montal.
Con los medios de comunicación no dudaba en ejercer influencia en medios afines y tratar de silenciar los críticos.
Su relación con el resto de presidentes fue explosiva, especialmente con los del Real Madrid. Con De Carlos tuvo que mediar Tarradellas para
Rivalidad Épicas luchas con Mendoza; Tarradellas medió con De Carlos
que la cosa no fuera a mayores y sus trifulcas con Mendoza eran legendarias. No se quedaban sus cuitas en el palco, Juanito le puso una querella por decir que “iba embarazando mujeres por las esquinas”.
Con sus jugadores tuvo problemas. Más allá de los que acabaron mal con él, sufrió el Motín del Hesperia.
Siempre será el presidente de Basilea, de la primera Copa de Europa, de las dos Ligas de Tenerife, el que dimitió en directo dos días antes de jugar en Wembley y el que regateó el rescate de Quini (pedían 100 millones y él se plantó en 80 porque “yo pagué 90 hace un año”) hablando por teléfono con los secuestradores ante la familia del asturiano. Con Núñez se marcha el último de los presidentes de otra época.