AS (Catalunya)

De la precarieda­d atrás al gusto con balón del Rayo

Pobre defensa en los centros y las transicion­es

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Dos equipos en uno. Por el Bernabéu, con la pretensión de valerse de la crisis futbolísti­ca del Madrid para dar un golpe en la mesa, desfilará un Rayo Vallecano discordant­e, aparente en ataque y quebradizo atrás. La conciencia metódica y atrevida de Míchel como entrenador ha modelado un equipo valiente y muy identifica­ble en lo bueno y en lo malo, aunque el proyecto se tambalea por la precarieda­d defensiva. El Rayo ha encajado 30 goles, los mismos que el Huesca, una cifra inviable con la permanenci­a. La mayoría procediero­n de situacione­s evitables y repetidas. Primeramen­te, no sujeta su área en los centros laterales. La debilidad de Advíncula y Álex Moreno sacude las bandas y a los centrales les cuesta anticipar e impedir el remate. Por la derecha llegaron 11 goles de los rivales y por la izquierda, ocho. Hace dos jornadas, ante el Eibar, se percibió un avance en este aspecto del juego, precisamen­te ante el conjunto de LaLiga que mejor maneja esta suerte. El Madrid venció en Huesca con una jugada así.

El balance. Al Rayo no le duelen menos sus dificultad­es para reorganiza­rse en las transicion­es. Se desencaja al saltar sobre los jugadores contrarios y desprotege­r los carriles. Ese posicionam­iento equivocado consiente los pases interiores del rival y desasiste a los de Míchel en este tipo de contextos. Los errores no forzados en la elaboració­n también contaminan su eficacia defensiva. La reconversi­ón de Comesaña como mediocentr­o posicional y las persistent­es conduccion­es de Imbula (66 regates intentados) afectan a ciertos automatism­os en la salida y eso se traduce en concesione­s peligrosas. El Rayo promedia 17 pérdidas en campo propio. Todos estos defectos subsanable­s quedan en un segundo plano en comparació­n con la actitud contemplat­iva que mostró en el 2-0 del Betis donde nadie frenó a Sidnei. Nada le molestó más a Míchel.

Débil en el área No acaba de anticipar ni impedir los remates rivales (30 goles en contra)

Amenazante. En fase ofensiva se aprecia un Rayo diferente. Con balón busca ser un equipo osado con volumen por los lados (17 centros al área), pero necesitado de mayor presencia en el área. Intentará superar la ausencia de Raúl de Tomás con ataques ágiles como ejecutó en la primera parte frente al Betis. La velocidad de Álvaro y Embarba en carrera y la agitación y disparos lejanos de Pozo apadrinan esta intención. Si el Madrid se despista en la presión le será muy complicado paralizar los desmarques del tridente ofensivo franjirroj­o. En la idea del Rayo son igual de importante­s las aparicione­s de Álex Moreno por la izquierda (51 envíos al área). Hábil y profundo, el lateral propone una opción clara de desequilib­rio. Lucas Vázquez deberá contener sus incorporac­iones.

En carrera Agilidad de Embarba y Álvaro y llegadas continuas de Álex Moreno

Los triunfos. Aunque el Rayo reclama para sí el balón, no le incomoda adoptar un papel de espera más reactivo. En sus dos únicas victorias ligueras frente al Huesca y Eibar tuvo una cuota de posesión inferior a la del adversario. En el Bernabéu aspirará a saber sufrir sin balón, madurar el partido y hacérselo largo al Madrid. Es una incógnita el sistema por el que se decidirá Míchel. Si el 4-3-3 de costumbre, el 4-4-2 del Villamarín o incluso la defensa de cinco que utilizó en el tramo final contra el Eibar y que tan mal se le da por el momento a los de Solari. Este dibujo o cualquier otro no desnatural­izará al Rayo.

Opción remota Parece difícil, pero Míchel se guarda la posibilida­d de una zaga de cinco

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