En Nesyri prolonga el idilio de Butarque y da un respiro
Los de Pellegrino han sacado en casa 16 de sus 22 puntos
Butarque nunca falla. Es fiel al Leganés. En sus dominios, la magia pepinera sucede incluso en escenarios insólitos. Este duelo ante el Huesca fue uno de ellos. Choque raro que ganaron los de Pellegrino con incomparecencia blanquiazul al inicio e incompleta rebeldía al final. La resurrección del Lega pudo acabar en goleada, pero terminó con la parroquia pidiendo la hora. En Nesyri salvó el papelón y Santamaría, el bochorno visitante. Los madrileños suman su séptimo duelo seguido sin caer en casa y cierran la primera vuelta con 22 puntos (16 en su hogar), alejados del pozo que clausura un Huesca correcto, pero inocuo. Los aragoneses (11 puntos) siguen imantados a la última posición.
En la planicie futbolera habitó una primera parte especializada en el bostezo. Aquello no había por dónde cogerlo. Bueno para el Huesca. Decía el guion que los de Francisco debían ser los acosados. Empezaron de acosadores. Suya fue la pelota frente a un Leganés congelado. Como si el partido no fuera con ellos, los pepineros arrancaron en el pozo de la desidia. Cero presión. Cero ataque. Cero fútbol. Les salvó que el Huesca es alumno aplicado, pero falto de colmillo. Sin pegada no hay paraíso. Y aún así, la mejor ocasión fue suya. Siovas sacó sobre la línea una chilena de Ferreiro. Del inaugural desastre blanquiazul se salvaron el omnipresente Rubén y el hiperactivo Óscar.
Y en ésas llegó la alquimia. En la segunda parte el latón mutó a oro. Subió amperios de intensidad el Leganés para ser lo de siempre: bravo, constante. Los dos primeros minutos resumieron el vuelco. Entre el 46’ y el 48’ Silva, Óscar y En Nesyri tuvieron goles cantados. El último la mandó al palo y recibió pitos. En las otras fue cosa de Santamaría. Milagrones.
Quedaban inaugurados los minutos del pánico a perder. En unos. En otros. La lesión de Carrillo (esguince serio) ahondó en el vértigo. Miedo que evaporó En Nesyri con su latigazo a pase de Silva. Lo celebró pidiendo más aplausos y menos silbidos. El Zhar tuvo el segundo, pero se la jugó ante un Santamaría más santo que nunca. Paradón. También salvó Cuéllar el empate en el 93’. Broche tenso para un partido raro en el que Butarque puso la normalidad. Porque Butarque nunca falla.