La Fórmula E devuelve al coche eléctrico la gloria de 1912
Determinar cuál fue el primer coche eléctrico de la historia genera un arduo debate ya que muchos son los inventores que se quisieron apuntar la novedad, pero sobre lo que no hay discusión es que el que fue una revolución y un tremendo éxito se le atribuye en 1884 al inventor británico
Thomas Parker, responsable de la electrificación del metro de Londres y del tranvía eléctrico de Blackpool. Parker equipó al automóvil Elwell-Parker con baterías recargables de alta capacidad además de poner frenos hidráulicos y dirección a las cuatro ruedas. Éxito que dio lugar a la producción y venta de 30.000 unidades a comienzos del siglo XX. Desconocido para la mayoría hay un dato que indica que en 1912 el 40% de los vehículos eran de vapor, el 38% eléctrico y el 22% de gasolina.
¿Y qué pasó para el retroceso del vehículo eléctrico? El alto coste, su baja velocidad punta (32km/h), el corto alcance de la batería, que tenían cambio manual en contraposición al automático de los coches de vapor y lo que costaba arrancarlos en mañanas frías produjo su declive. El Siglo XXI está siendo el de su recuperación y todo indica que el de su consolidación. La Fórmula E ha tomado el testigo en la competición y ha sabido leer bien las necesidades de las marcas de fabricantes para ofrecerles un perfecto escaparate de exposición. Y el resultado es el avance exponencial del certamen eléctrico de la FIA.