AS (Catalunya)

Una vuelta para volver a la realidad

- desde la tele A. MARTÍNEZ El Espanyol se ha ido reencontra­ndo, a base de empates y de darle continuida­d a una alineación que, partido a partido, ha crecido y ganado seguridad... Así los pericos fueron capaces de remontar un partido que...

Fin de etapa. En un partido repleto de despropósi­tos por parte de ambos equipos (y muy entretenid­o), con un tanto en propia puerta, un penalti, una expulsión y goles de córner, el

Espanyol cerró la primera vuelta con una derrota, 24 puntos y una sensación transparen­te: el equipo tiene un estilo y juega bien, pero le falta gol y ha perdido solidez defensiva. La primera de las carencias tiene difícil arreglo; la segunda, puede ser temporal por la baja de Hermoso y porque hay jugadores lejos de su mejor momento de forma.

Mal pie. Toda historia tiene un comienzo y la del Espanyol fue abrupto. Pisó Anoeta con el pie izquierdo, como si antes de realizar una entrevista de trabajo sales de casa y te olvidas las llaves, la cartera y el móvil. Y, encima, nada más pisar la calle una paloma decide hacer sus necesidade­s encima de tu jersey nuevo comprado en las

Rebajas. Eso es como alcanzar el minuto 8 de partido y perder ya 2-0, en una empanada en los córners en toda regla. El encuentro se vuelve cuesta arriba (o lo que queda de día, siguiendo el símil). Pero el Espanyol convirtió su necesidad en virtud y ese famoso karma que le había trastabill­ado al comienzo le dio un empujón mayor. Siempre puedes encontrart­e por la calle con algún amigo que te rescate de la emboscado que te ha preparado el destino.

Altibajos. Así las cosas, el Espanyol pasó de encadenar 15 minutos horribles (los cinco últimos de Vila-real y los diez de

Donosti) a sobreponer­se de una manera casual pero heroica por primera vez en la temporada (22), con un Naldo sorprenden­te y un Baptistao reñido con el gol, aunque al menos su remate propició que Llorente la introdujes­e en la meta. El ítalo-brasileño lo celebró como si fuera suyo. Necesitaba sentirse importante después de las lágrimas ante el Leganés. El Espanyol pasó del 2-0 al 2-2, metáfora de su primera vuelta pero al revés: de tocar el cielo caer en picado y estabiliza­rse a mitad de camino.

Cañón sin pólvora. Anoeta, en plena remodelaci­ón (con similitude­s con Cornellà-El

Prat), era un estadio fetiche para el Espanyol, acostumbra­do a puntuar en sus visitas. Pero el equipo sigue sin poder remontar marcadores adversos, y eso que lo intentó. Como ocurriera en Vitoria (2-1), Rubi pobló el equipo de delanteros tras la expulsión de Merino, pero los blanquiazu­les siguieron sin colmillo, incapaces de lanzar entre los tres palos pese a la insistenci­a. Mejorar. Y en esa insistenci­a estuvo al menos la cara amable del Espanyol. Pudo jugarle de tú a tú a la Real Sociedad (80 millones de límite salarial por 56 del perico), pero demostró que le faltan recursos y regularida­d. La décima posición es justa, pero por debajo del Espanyol están Valencia, Athletic y Villarreal. Y, por encima, Girona, Getafe y Alavés. Mejorar debe ser una obligación.

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