Ya no hace falta ni jugar bien

El Barça domina las áreas como domina el escenario del Bernabéu. Ha llegado un momento en el que el equipo blaugrana no necesita ni siquiera hacer un buen partido para cumplir con un día más en la oficina cuando visita al Real Madrid. De un tiempo a esta parte, cada vez que el conjunto blaugrana visita Chamartín (10 victorias en los últimos 17 partidos) tiene momentos lógicos de sufrimiento que conjura de una manera tan sencilla que entiendo que provoque rabia a los rivales. Se llama dominar las áreas. Un buen portero y un gran delantero. En ese sentido, la ausencia de Cristiano Ronaldo es una bendición que nunca quedará bien ponderada. Sin el portugués, el Real Madrid es un equipo que puede superar en juego al Barça, pero a Vinicius le falta la definición. Esa que tiene Suárez.

Con Messi desaparecido, el partido fue para secundarios de lujo como Dembélé y Ter Stegen. El primero es un tipo imprevisible capaz de desesperar a compañeros y afición en general tras hartarse a perder balones, pero capaz de romper cualquier defensa. Por su parte, el portero alemán es como un cyborg capaz de solucionar las situaciones más complicadas con la gestualidad del que se hace un café con leche en el desayuno. Y capítulo especial para Luis Suárez. Un caso excepcional que debería ser clonado para aislar el gen de los grandes partidos. Puede estar más acertado de cara a puerta o no, pero es un gigante en el trabajo que no deja de darlo todo en cada acción y que sabe cómo jugar el encuentro perfecto en cada momento. En tres días, el Barça regresará a su jardín. Si le sale un buen partido, cuidado.