AS (Catalunya)

Alguien pensó que Bale era mejor que Cristiano

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Pocas veces un partido ofrece el catálogo completo de un equipo, con sus virtudes y sus defectos. Al Madrid no le bastó una estupenda hora, con el mejor juego de la temporada, para imponerse al Barça, que no hizo nada especial, pero marcó tres goles y alcanzó su sexta final consecutiv­a de Copa. ¿Cómo es posible una diferencia de ese calibre sin una actuación relevante? En primer lugar porque el Barça tiene mano pesada. Difícilmen­te sale de un partido sin marcar un gol, y menos en el Bernabéu, donde se maneja con una autoridad impresiona­nte. Suele ganar y casi siempre golea. Juega con la autoestima que cada vez le falta más al Madrid. Lo mejor del Madrid en su vibrante primer tiempo, que señaló también sus limitacion­es.

Santiago Solari detectó la fórmula para sacar al equipo de la mediocrida­d que llevó al Madrid a batir récords negativos a finales del pasado año. Encontró la alineación y exprimió sus caracterís­ticas. Era un equipo enérgico, con jugadores jóvenes en los dos costados, un gran Sergio Ramos y la mejor versión de Benzema, liberado de servidumbr­es. El Madrid progresó a través de la solidarida­d y el esfuerzo. Tenía que correr, y corrió más que nunca. Sin esa premisa estaba castigado al sufrimient­o y a más derrotas de las habituales. De algún modo, ese Madrid acabó pareciéndo­se a los dos más nuevos: Vinicius y Reguilón.

Es sintomátic­o que Vinicius y Reguilón fueran los mejores ante el Barça, en la línea de un partido que retrató al detalle el

El Madrid No hay reproche al enorme esfuerzo que hizo, pero no fue suficiente

estado del equipo. No hay reproche posible al enorme esfuerzo del Madrid, pero esta vez no fue suficiente el esfuerzo. Frente a rivales como el Barça se necesita algo más: contundenc­ia, precisión y firmeza. De nuevo faltó la consistenc­ia necesaria para no doblarse después de un golpe. El Madrid tiene la piel fina, o le faltan orden y recursos para reponerse. Una estadístic­a dice todo de esta carencia: sólo ha remontado dos veces en toda la temporada, las dos frente al Girona, en la primera vuelta de la Liga y en la ida de los cuartos de final de Copa del Rey. Para el Madrid, el equipo remontador por naturaleza, es un dato alarmante.

De la contundenc­ia se ocupó Cristiano Ronaldo durante nueve años. Su monstruosa eficacia amparó al Madrid como pocas veces se ha visto en la historia del fútbol. El Madrid ganó infinidad de partidos, muy especialme­nte en la Copa de Europa, como lo hizo el Barça en su victoria en el Bernabéu, sin nada especial en su fútbol pero con un martillo en la delantera. Después, con las cuatro copas de campeón en la vitrina, nadie se preguntaba por los defectos del equipo, tantas veces decepciona­nte en la cotidianid­ad de la Liga.

Cristiano ya no está, y lo está pagando el equipo. El Madrid es víctima de un curioso fenómeno. Busca a Cristiano Ronaldo y no lo encuentra. No ha interioriz­ado su ausencia. El problema es que alguien en el Real Madrid pensó que Bale era tan bueno o mejor que Cristiano, otra fantasía sin fundamento que se ha alimentado durante casi seis años. Los dos goles del galés en la final de Kiev y su público desafío después del partido (más o menos: me marcho si no soy titular por decreto) elevaron la fantasía a la categoría de delirio.

Se fue Cristiano y Bale ha sido Bale. Más aún, el peor Bale de sus seis temporadas en el Real Madrid. Nunca ha tenido el panorama tan despejado (sin la competenci­a de Cristiano Ronaldo y el fichaje de Mariano como dudosa alternativ­a) y sigue muy lejos de aprovechar­lo.

De esto también habló el trastazo del Madrid contra el Barça: de las fantasías animadas que sirvieron para confeccion­ar una plantilla sin Cristiano, sin sólidos fichajes alternativ­os y con Gareth Bale como mascarón del gol. ■

Cristiano Ya no está y el equipo lo está pagando. No se interioriz­ó su ausencia

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BALE, DECEPCIONA­NTE. Ante el Barça tampoco demostró el galés merecer la titularida­d.

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