AS (Catalunya)

“Para mí fue el gran genio, a la altura de Bob Dylan”

-

¿De dónde le viene su barcelonis­mo?

—Fui a la inauguraci­ón del Camp Nou con cinco o seis años y me hicieron socio aunque ya había ido antes a Les Corts, muy de niño. Mi tío segundo era Miró-Sans, que fue presidente del Barça y el que construyó el Camp Nou. También era familia de Mitjans, el arquitecto. Así que soy un número bajísimo de socio que a veces utilizo creyendo que me da alguna autoridad sobre la junta (risas). Pero no me la da... —¿Nunca le tiró alguna otra opción que la culé?

—Bueno, durante siete días fui del Espanyol. Con cuatro años. De los cinco hermanos de mi madre había uno que era perico y me cogió por banda y me convenció. Y duré una semana hasta que hubo un cónclave familiar de todos mis tíos para llevarme al buen camino otra vez. —¿Jugaba usted de pequeño? —Casi todos lo hacíamos. Debuté en un pueblo de la costa de Barcelona, Llavaneres, muy jovencito. Era un partido entre los chicos del pueblo y los veraneante­s. Ignoraba todas las reglas del juego. Me pusieron de delantero. Un error. A la primera entrada que me hicieron me revolví y le pegué. Y me expulsaron. Duré dos minutos en el campo.

—¡Fue como un diminuto Neymar!

—Neymar me cae fatal. Yo deseaba que se fuera. Empezó a parar el fútbol para que se le vieran las botas, las fiestas de su hermana… Representa justo lo contrario de Messi, que es impecable. Neymar remite a lo artificial y su fama está hinchada. —¿Cuál es el primer Barça que tiene en la cabeza?

—El de Helenio Herrera, en la 57-58… Conservo un libro genial que escribió Herrera y que publicó Planeta. Se llama “Yo, memorias de un genio”. Es un título daliniano que puso él o la editorial, un libro que no se ha reeditado y que en realidad escribió Gonzalo Suárez aunque no lo firmara. Y era buenísimo. Explicaba todos los males del Barça que eran los mismos que repitió Cruyff, el complejo de inferiorid­ad con respecto al Real Madrid. Y eso nos ayudó a equipararn­os... —¿Qué equipo era aquel? —Uno casi de circo cargado de estrellas. Y había especialis­tas. Kocsis en remates de cabeza, Czibor en marcar córners de gol olímpico. Helenio Herrera acabó con Kubala y fue la época de Luisito Suárez. Se empezó a ver un fútbol moderno sin que el público del Barça, que era ñoño y sentimenta­l, lo aceptara. No comprendía­n la no renovación de Kubala por todo lo que había dado y aquello acabó fatal, con Herrera y Luis Suárez en el Inter, que fue el mejor equipo de la época, justo lo que podía haber sido el Barça si los dos se hubieran quedado.

—¿Qué más recuerdos tiene del fútbol de la niñez?

—La primera vez que se retransmit­ió un partido por la tele en blanco y negro. “El partido del siglo”, le llamaron. Lo vi en una peña barcelonis­ta, en la Plaza de Cataluña.

—¿Cómo fue la escena? —Era una pantalla pequeñita, un artefacto subido en un podio que presidía una sala con sillas. Entonces, nadie tenía televisión en su casa. Mi padre era el presidente de esa peña pero no le gustaba el fútbol.

—¿Un acto social para él? —Le interesaba por otros aspectos, allí se jugaba a las cartas, al poker prohibido en aquella época...

—Dibuja usted una especie de local clandestin­o donde se puede casi masticar el humo del tabaco…

—Sí, sí, sí… era una peña complicada que creo que aún existe. —¿Oía el fútbol por la radio? —Muchísimo. Sobre todo las retransmis­iones de José María Puyal, que lo hacía en catalán. Era lo que podríamos llamar el viejo estilo, que para mí es el ideal, el de nombrar a los jugadores, quién tiene el balón, y no se está hablando de otras cosas. Yo agradecía que se me hablara del partido con exactitud y no de la batalla de Waterloo.

—¿Se reunía la familia en torno a la radio o era un acto íntimo? —Para el fútbol no. Pero sí para escuchar por la noche un programa muy popular en la época, un cómico argentino, ‘El zorro zorrito, para mayores y pequeñitos’. Era popularísi­mo pero fracasó cuando pasó a la televisión. —¿Qué recuerdos tiene de ir al campo?

—Siempre era a las cinco. Íbamos varios familiares juntos. Teníamos siete u ocho localidade­s en el Gol Norte. Conocíamos a todos los que estaban cerca. Recuerdo el olor a puro, que asocio mucho con el fútbol y los toros. Era todo un acontecimi­ento, un fútbol más sobrio y menos exuberante. Incluso para celebrar los goles Di Stéfano levantaba los puños... y punto. —¿Quién fue su gran ídolo de infancia?

—Para mí el gran genio fue Cruyff, pero yo ya tenía 20 años. Él sí que me deslumbró por completo en todos los sentidos. Tenía una inteligenc­ia bárbara, un genio a la misma altura que Bob Dylan. —¿Encuentra paralelism­os? —Me encantaba todo lo que decía. Tenía una doble vertiente. Si se equivocaba, también valía lo que había dicho. Decía una cosa y la contraria al mismo tiempo.

—¿A qué se refiere? —Hace poco la hija, en el acto en el que ponían el nombre de Cruyff al estadio del Barça B, contaba que había una norma en su casa, y era que la razón siempre la tenía él. Y en el caso de que no la tuviera, la volvía a recuperar. —¿Qué significa la figura de Cruyff en el Barça?

—Es el que cambia la mentalidad. Y en realidad la del fútbol español, porque la Selección nació de la renovación que se experiment­ó con Cruyff. Por eso se ganó el Mundial.

—¿El Cruyffismo sigue vigente? —Creo que sí, aunque no está presente en la junta directiva actual del Barça, que es un tanto gris. Cruyff trae esa idea que sí estaba en el Madrid que es ganar sin complejos, disfrutar y divertirse.

—¿Y el Guardiolis­mo?

—Es una corriente independie­nte que viene del Cruyffismo. Pep es un discípulo, en todo caso, y cuenta con la suerte de tener a Messi, que es mucho decir. —¿Llegó a tratar a Cruyff? —No. Sólo le vi en una ocasión en un restaurant­e, y de lejos. —¿Y a Guardiola?

—Le traté, sí… Cenamos algunas noches, hubo encuentros. Y le entrevisté varias veces. Me dio una camiseta del Roma sudada que perdí en Venezuela. Se la di a un niño humilde que jugaba a solas en una barriada, conocido de otros amigos míos también venezolano­s, y el muy maldito la perdió sin que haya rastro ya de ella.

—¿Cómo era su relación con Guardiola?

—Él leía y sigue leyendo mucho, y estaba interesado en lo que yo hacía.

—¿Cómo es en las distancias cortas?

—Una vez me preguntó cómo era París. Me sorprendió. Le dije que él había estado muchas veces y él reflexionó que sólo en los hoteles, antes de jugar. Se notaba que deseaba salir fuera, que tenía ansia por conocer y saber. Y preguntaba bastante. —¿Qué preguntaba?

—De todo menos de fútbol. Era yo el que le preguntaba de fútbol y no había manera de que me contara nada. Fue una relación amable y simpática. Una noche me acompañó a casa en coche y no había ningún vecino para ver esa escena, lástima, porque yo me sentí muy especial. Tuvimos una conversaci­ón final muy buena.

—¿Qué viene después del

Cruyfismo y del Guardiolis­mo? —De momento está Messi y Valverde, que me parece un entrenador espléndido. El después es peligroso porque se ha creado un mito, un lugar común que me parece bastante tonto, en el cual se ha de ganar cada año el triplete. Y ocurre que se empata en Lyon y aquí hay un mal humor tremendo.

—¿Y conceptual­mente todo se acabó con Xavi e Iniesta? —En cuanto al estilo de juego, ellos se fueron pero el año que viene estarán Arthur y De Jong. Supongo que se pretende un centro del campo que se parezca a lo anterior. Pero, en todo

Cruyff

Messi “Inventó jugadas, las recreó... es el monstruo absoluto”

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain