AS (Catalunya)

El Madrid tira la toalla

El Barça sale con medio título y como líder histórico de los Clásicos ● Decidió Rakitic ● El equipo de Solari, abandonado por sus figuras ● Pitos a Bale

- LUIS NIETO

El cuarto Clásico del curso le sirvió al Barça para achatarrar al Madrid y dejarle una sola salida, Europa. Salida, por otro lado, habitual y provechosa. Con la plantilla prácticame­nte al completo, el Madrid acabó con Reguilón, Valverde y Vinicius, que ponen nombre al cambio de ciclo. Sus figuras le han abandonado. Y el Barça se marchó casi campeón después de otro partido inteligent­e, que dominó más táctica que emocionalm­ente y que confió más de lo convenient­e a sus centrales. También pasó al Madrid 87 años después. Fue un triunfo para la Liga y para la historia.

De la Copa quedó un efecto recuerdo. El Barça aprendió el miércoles que acularse demasiado le puso en peligro. Y el Madrid, que desabrocha­rse fue su perdición. Así que el primer acto del Clásico de Liga quedó aún más hermético que el copero, con una escolta más cerrada sobre Vinicius y Dembélé, para que el partido no se desmadrase en sus acelerones, y un Messi más decidido tras abandonar el modo pausa del miércoles. La mezcla de todo favoreció al Barça, que se vio menos sometido y con más colmillo. Ayudó también el cambio de Bale por Lucas Vázquez, maniobra que favorece el gol pero desviste mucho el centro del campo blanco. Solari se atrevió con el galés, al que quizá ya se le ha hecho tarde en el Madrid, y no con Marcelo, por si suponía regalarle las dos bandas al Barça, que con Arthur pretendió (y consiguió) embridar más el partido.

Fue, en definitiva, un Barça más reconocibl­e, sostenido por un Rakitic muy entonado, con Messi de lanzadera, con Dembélé ofreciéndo­se en la izquierda y con Sergi Roberto muy encima de Vinicius. En el Madrid, obligado a subir este puerto por sus dos vertientes en tres días, mejoraron pocas cosas. Entre ellas Modric, mal acompañado por Kroos, cuyo peso en los partidos es cada vez más liviano, y Casemiro, que ahora no tiene efectos medicinale­s sobre el equipo. No es el parabrisas que protege al Madrid. Está donde le dejó Álvaro Benito en la SER. Bale también anduvo desenganch­ado emocionalm­ente del equipo y del partido. Siempre ha parecido un implante en este Madrid. Vagabundeó en la derecha y en el centro sin darle demasiado trabajo ni a Jordi Alba ni a los centrales.

El Madrid salvó con decoro los

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