AS (Catalunya)

Melendo y Darder frotan la lámpara

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La ola perica. A los 17 segundos, el Espanyol ya ganaba 1-0. A los 44 minutos, Diego López detuvo un penalti que pudo significar el 1-2. Y, en el minuto 65, Wu Lei se convertía en el primer jugador chino en marcar en la historia de LaLiga y en sentenciar el encuentro con el 3-1, una bombona de oxígeno para los de Rubi, que solventan sus dos compromiso­s en casa ante Huesca y Valladolid con cuatro puntos y acumulan cinco encuentros seguidos sin perder. Aunque el equipo no transmite la misma seguridad que al comienzo del curso, ni el mismo preciosism­o, los puntos vuelven al zurrón de un Espanyol que aspira a mejorar la clasificac­ión en lo que queda de campeonato y a seguir con una identidad que debe pulirse.

Al ralentí. El Espanyol es capaz de arrancar un partido a la velocidad de la luz, con Melendo frotando la lámpara y sacando el genio que lleva dentro para que Borja anotase un gol cuando los aficionado­s no se habían ni acomodado. El canterano es un privilegia­do que imagina jugadas que luego ejecuta, ve los espacios como un cazador furtivo a su presa. Pero en esa aceleració­n radica también el problema del Espanyol. No es capaz de reducir la marcha, siempre mira a portería a rival y a la suya propia, nunca duerme los partidos, ni juega al relantí, no se defiende con el balón sino que utiliza esta herramient­a como medio para llegar al gol y no como arma para defenderse. A los 17 segundos, el Espanyol ya ganaba. A los 44 minutos, Diego López detuvo el penalti del 1-2. Y, en el 65’, Wu Lei hacía historia con el 3-1 y mataba el duelo. Un partido con aristas, como todo el curso. Por eso el Valladolid, al reordenars­e, encontró espacio y tiempo para embarrar un partido que no podía empezar mejor para los de Rubi.

Silbado en su última temporada como entrenador perico, Sergio González fue aplaudido en esta ocasión. El técnico reajustó el caos inicial de su equipo y vio como el encuentro podía cambiar de tendencia en el minuto 44. Un penalti ingenuo de Lluís a Sergi Guardiola pudo suponer el 1-2. Un escenario radicalmen­te opuesto. Pero el gigante Diego López lo detuvo en una de sus especialid­ades, y lo celebró con el ímpetu de un juvenil. Luego, llegó un Espanyol rearmado y convencido, con Hermoso al rescate (suma ya su tercer gol), quien en su día fue un lateral zurdo frustrado en el Valladolid.

El papel de Hermoso fue vital después de la lesión de David López. En 90 minutos se condensaro­n muchos partidos, como el minuto de silencio por Idígoras, el goleador que efectuó el primer ascenso perico o la ovación a Wu Lei una vez sustituido, que acabó con el jugador aplaudiend­o en el área técnica mirando a un estadio que hizo la ola y que coreó su nombre. Fue una tarde redonda, en la que el Espanyol jugó minutos brillantes, y también estuvo ensombreci­do en otros. Pero, al fin y al cabo, la victoria era vital para una temporada que, como el encuentro de ayer, está teniendo más aristas que un espino.

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