AS (Catalunya)

Zidane ha sacado el balón de la raya

- ALFREDO RELAÑO MARIO CORTEGANA

Felizmente, Zidane ha espantado el fantasma de Mourinho. Con su sí ha sacado el balón de la raya. Su aceptación, bajo unas condicione­s que se irán desvelando (o no, no se desvelaron las de su salida, aunque se han hecho notar durante el curso), trae una paz necesaria. Lo peor que podía hacer el Madrid era infligirse en estas semanas que quedan hasta el verano un nuevo daño. Los próximos a Mourinho le presentaba­n estos días como un tipo dispuesto a cambiar, a corregirse. Me decían que había rectificad­o, que vendría aquí convertido en algo así como Sor Citroën. Por suerte, no tendremos que comprobar si tal cosa era cierta. El regreso de Zidane es, le cojo prestada la expresión a Juan Cruz, el final de la anomalía. No supimos por qué se fue, aunque lo supusimos, de modo que podemos ahora suponer que se cambiarán las condicione­s por las que se fue. O sea: que vendrá con mando en plaza, y que se hará una plantilla de su mano. La anomalía ha sido la depauperac­ión dos años seguidos del grupo que él pastoreó al éxito, el asalto a la Selección para raptar a un entrenador que duró pocos meses, la extracción del Castilla de otro que tampoco pudo corregir el declive. Ahora vuelve Zidane, que acepta, ya sabremos a qué precio, sacar a Florentino de su gran embrollo.

Zidane firmó hasta 2022 en un “momento de especial dificultad”, como ayer aseguró Florentino Pérez en el acto de presentaci­ón del entrenador francés: “Contigo, Zidane, ganamos nueve títulos que nos hicieron lograr la hegemonía en el fútbol mundial. Para todos nosotros llega el mejor entrenador del mundo. Estamos orgullosos de que estés aquí. Representa­s la grandeza de este club. Gracias por tu lealtad. Bienvenido a tu casa”, dijo el presidente, que mandó un mensaje a Santiago Solari: “No hemos obtenido resultados y estamos obligados a una reacción, pero tengo que agradecer su trabajo, su profesiona­lidad y su lealtad a este club”. ➥

Sin un discurso preparado en un papel, Zidane empezó su intervenci­ón tras la del presidente: “Bueno, yo sé que es un día especial para todos. Estoy muy feliz y, como decía el presi, estoy feliz de volver a casa. Estoy feliz de volver y lo que quiero es trabajar y poner al club donde tiene que estar. Mañana (por hoy) empezaré a trabajar.

—¿Qué ha cambiado desde la dimisión para que vuelva? —Lo que sé es por qué me fui: porque lo necesita para mí. Lo necesitaba el club y la plantilla necesitaba un cambio, no sólo conmigo, y tenía que cambiar. Ahora vuelvo porque me llamó el presidente y porque quiero mucho al Madrid y al presidente. Aquí estoy. Tengo ganas de volver a entrenar. Después de la última temporada, tomé esa decisión. Había que hacer un cambio. —¿Siente la responsabi­lidad por el hecho de que el presidente le haya llamado otra vez en un mal momento?

—La responsabi­lidad es grande. Todos quieren mucho al club. Jugué con esa camiseta y gané muchas cosas. No me olvido de lo que ganamos y de Zidane dijo sí y espantó el fantasma de Mourinho, que Florentino, en su desconcier­to, acarició estos días. Sus consejeros más leales han luchado por quitarle esa idea. Sus encuestas, asidero al que recurre cuando está hecho un lío, le decían lo mismo. Mourinho, no. Mourinho dejó aquí poco y menos: una Liga y una Copa en tres años, muchas broncas, más un sello borde y quejica que el Madrid nunca tuvo. En su tercer y definitivo curso, el Barça ganó LaLiga con 15 puntos de ventaja, el Bayern la Champions y el Atleti la Copa. Luego, el Madrid ganó cuatro Champions, con dos tipos, Ancelotti y Zidane, tan bien educados como Del Bosque.

“...DE MOURINHO, QUE FLORENTINO, EN SU PROFUNDO DESCONCIER­TO, ACARICIÓ...”

las cosas que hicimos mal el año pasado. Perdimos LaLiga y la Copa enseguida. Nadie me va a quitar mi ambición y la ilusión que tengo por este club. —¿Regresa con total autoridad para tomar decisiones? —Cosas vamos a cambiar. Tenemos que cambiar para aproximarn­os. Tenemos tiempo para lo que se puede hacer. Nos faltan once partidos y lo que queremos es acabar bien. —¿Ha cambiado su estado de ánimo en estos meses? —Cuando me fui, era necesario para mí. Creo que el vestuario, los jugadores, lo necesitaba­n. No fue porque a mí me gustara irme, sino porque creía que después de dos años y medio tenía que cambiar algo. Sé lo que pasó durante la campaña y creo que esa era la decisión que tenía que tomar. Tuve varias propuestas, pero no quise irme a otros equipos. Quería quedarme aquí.

—¿Siente que, por la forma en que se fue, tenía una deuda pendiente con el Madrid? —No. Cuando me marché, era la mejor solución para todos. —¿Tuvo dudas cuando recibió la llamada?

—No hubo. En nueve meses no he dado una entrevista, no me gusta salir a hablar. Cuando

Cuando me fui era necesario para mí. Y creo que el vestuario lo necesitaba”

No hubo dudas. Cuando me llamó el presidente, no podía decir ‘no”

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