AS (Catalunya)

Casemiro, la otra

Partidazo y primer doblete del brasileño, que sacó al Madrid de un apuro ● Vinicius alegró el final

- LUIS NIETO

Fue la tarde de Casemiro, el homenaje a un futbolista al que abrazan más los entrenador­es que los titulares de prensa, el polígono industrial que permite que a su alrededor sea sostenible un Bolshoi. Tumbó al Sevilla como nueve de guardia en un partido cerrado entre dos equipos que producen poco arriba. También fue una tarde de VAR, que se entrometió cuando nadie le llamaba para anular un gol al Sevilla y se tapó después para concederle otro tras mano previa de Munir.

Diez títulos y una condición casi sobrenatur­al (caído del cielo, según revelación de Florentino Pérez) ofrecen a Zidane licencia para todo, incluyendo poner un ataque estrafalar­io con Lucas Vázquez, Jovic y Rodrygo. Un tridente repleto de mensajes. El primero es que Benzema llegó al partido de milagro. El segundo, que Vinicius viaja a cola de pelotón, visto lo visto, injustamen­te. El tercero, que Bale está en las últimas. Dejarlo en la grada en una tarde de tantas estrechece­s sonó a tirar la toalla con un futbolista que ha ido perdiendo atributos aceleradam­ente: empezó por la salud, siguió por las apariencia­s y acabó por el gol, su clavo ardiendo. Se le han ido la pegada y las expectativ­as.

Ese once le quitó cintura al centro del campo, lo único verdaderam­ente clásico de la alineación, y por ahí quiso colar Lopetegui al Sevilla, al añadir un segundo medio de contención, Gudelj, para darle aún más vuelo a sus laterales, Navas y Reguilón, los más activos del campeonato, y mayor libertad a Banega, la mano que mece esta cuna.

El Madrid acusó la falta de órganos vitales: Ramos, en la salida de la pelota; Valverde, cuyas ausencias se perciben ya como crisis energética­s; Benzema, sin el que pierde la propiedad asociativa; Hazard, su toque de distinción. Todo resultó extremadam­ente costoso para el Madrid, que ganó la apuesta de la pelota y perdió la de la profundida­d. Lucas Vázquez parece haber perdido sus propiedade­s de extremo, Rodrygo empieza mucho más de lo que termina y con Jovic no funciona la terapia de insistenci­a con la que Zidane trata de devolverle a la superficie. Todo lo que emprendió el Madrid antes del descanso murió al borde del área.

Atrás, en cambio, aun sin Ramos ni Mendy, sigue intacto. Protegió bien las bandas y le permitió poco al Sevilla, que a la media hora de juego vio cómo el VAR corría en auxilio del Madrid al anular un gol a De Jong, en cabezazo espectacul­ar

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Casemiro marcó con este cabezazo el segundo gol del Real Madrid, que decidió el encuentro a favor de los de Zidane.
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