La plantilla llega a Navata con ánimos contrariados
El efecto de la miniestadía se evapora por el virus
Lo que debía ser una semana especial para el Espanyol, de resurrección copiando la estadía en Navata que supuso el punto de inflexión para el equipo de Mauricio Pochettino en 2009, se ha convertido en un trauma. Para todos los equipos de LaLIga, obvio, pero sobre todo para el más necesitado, el colista.
Las medidas extremas adoptadas por el Gobierno amenazan con la suspensión temporal del campeonato. Una noticia que, a efectos deportivos, estará por ver si es positiva o no para el equipo perico en su lucha por conseguir la salvación.
A la espera de que se adopten oficialmente esas medidas, la plantilla vivió ayer una jornada ajetreada. Por la mañana, a las 10:45, se entrenó en la Ciudad Deportiva a puerta cerrada. De nuevo sin Marc Roca pero con el apoyo de un aficionado incondicional que, otro entrenamiento más, alentó a pleno pulmón a los jugadores.
En ese mismo momento, en el RCDE Stadium, el Espanyol se reunió con miembros de la Conselleria de Salut de la Generalitat para conocer cuáles eran las recomendaciones a adoptar para prevenir la propagación del coronavirus. La primera consecuencia no se hizo esperar. La conferencia de prensa de Leandro Cabrera quedó suspendida, y todas las apariciones públicas de los jugadores hasta nueva orden.
La plantilla comió en Sant Adrià y viajó a Navata, donde permanecerá hasta mañana. Por el camino, algunos jugadores, como Raúl de Tomás, mostraban su indignación porque aún no se había suspendido el campeonato. “¿Por qué nunca podemos opinar los propios jugadores? Por qué no se consulta al menos nuestra opinión. Unos sí, otros no. O todos o ninguno. Con la salud no se juega”, comentó en su cuenta de Instagram.
Por la tarde se aposentaron en el Hotel Golf Torremirona. Hoy se entrenarán en la más absoluta privacidad.