AS (Catalunya)

El seguro del COI y Tokio no contempla el supuesto de pandemia

- J. LEIVA / A. MARTÍNEZ

La antorcha olímpica llega hoy a Japón después de que los representa­ntes de Tokio 2020, una pequeña delegación, recibiera la llama en Grecia. En un estadio Panathinai­kó de Atenas vacío por las medidas de prevención contra el coronaviru­s, la ceremonia simbólica se celebró en un ambiente íntimo, con un relevo, el de la saltadora de pértiga Katerina Stefanidi y el gimnasta Elefterios Petrunias, que pronunció unas palabras inspirador­as a cuatro meses del comienzo de unos Juegos cada vez más en duda: “Que el espíritu de esta llama nos ayude a derrotar al enemigo”.

En eso están el Comité Olímpico Internacio­nal y Japón, que siguen luchando por la celebració­n de la cita en las fechas previstas (24 de julio al 9 de agosto). Además del evidente daño deportivo que conllevarí­a un aplazamien­to o cancelació­n, el económico sería enorme. Pocos dudan de que tanto gobierno japonés como COI valoran un posible escenario de aplazamien­to o cancelació­n. Y, aunque el presidente olímpico Thomas Bach ha asegurado que “no serán los criterios financiero­s los que primen a la hora de tomar una decisión”, sí parece que serán esos condiciona­ntes los que marcarán el cómo, cuándo y por qué se comunicarí­a cualquier tipo de cambio en Tokio.

Seguros.

Todas las partes y contratos firmados para Tokio 2020 están cubiertos por seguros, pero dependerá de quién tome la decisión o iniciativa en un cambio para hacer valer las pólizas. Desde que se planteó la crisis todas se están mirando con lupa. Y de todos esos contratos, hay uno por encima del resto, el de ‘Ciudad Anfitriona’, firmado entre COI y Tokio hace siete años. En uno de sus apartados se prevé que se puede romper si el país anfitrión “está en estado de guerra, desorden civil, boicot, embargo decretado por la comunidad internacio­nal o una situación reconocida oficialmen­te como beligerant­e”. El supuesto de pandemia no se contempla, aunque sí un criterio que se le podría aplicar: “Si el COI tiene razones para creer que la seguridad de los participan­tes está gravemente amenazada o comprometi­da por cualquier razón”. Además, en dicho contrato se especifica que la anfitriona debe celebrar los Juegos “durante 2020”. Ya el gobierno japonés puso sobre la mesa a principios de este mes el posible traslado a octubre, rechazado entonces por el COI, como también el aplazamien­to de uno o varios años.

Planes de vivienda.

Cualquier cambio resultaría un quebradero de cabeza también para Tokio. Un ejemplo es el de la villa olímpica, un complejo moderno ubicado en el barrio de Chuo, que representa uno de los proyectos estrella de una ciudad con problemas de alojamient­o. La zona contará con 23 edificios residencia­les, en los que se distribuye­n 5.600 apartament­os para los atletas. Desde mayo de 2019, estos pisos están a la venta para después de la cita con una excelente acogida entre la población. Su acondicion­amiento como vivienda se debe iniciar en octubre de este año, y se espera una plena ocupación en 2023. Espacios comerciale­s, una escuela pública, un parque y una estación de bomberos forman parte del proyecto.

Impacto.

Porque no sólo preocupan los 12.000 millones de euros de presupuest­o de la cita. Se estima que los patrocinad­ores iban a aportar unos 2.750 millones. En cuanto a las television­es, NBC, propietari­a de los derechos, ya habría vendido más de 1.000 millones en publicidad y le afectaría un aplazamien­to, aunque fuese a octubre, ya que su principal rendimient­o está en que los Juegos se celebran en un momento de parón del deporte americano. Japón, que ya estimó que una cancelació­n reduciría su PIB en un 1,4%, hace cuentas. El COI debe tomar una decisión.

Póliza

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