En Japón ya hay voces del deporte que advierten del riesgo
La pandemia del coronavirus es global, sacude a todo el mundo. Y como tal, en una línea temporal que unió Lausana (Suiza), Nueva York (EE UU) y la base militar de Matsushima (Japón), se sucedieron ayer acontecimientos que tienen que ver con Tokio 2020 y la meta de la ceremonia de apertura el 24 de julio. En la sede del Comité Olímpico Internacional se comenzó a admitir que se está pensando en un plan B, o C, o D. Así lo publicó The New York Times en boca de Thomas Bach (“por supuesto estamos considerando diferentes escenarios”). Mientras, la llama olímpica aterrizaba como símbolo de esperanza en la prefectura de Miyagi, una de las áreas afectadas por el gran terremoto de 2011.
Bach, presidente del COI, había mostrado una posición granítica en cuanto a la celebración de los Juegos en fecha y hora prevista. Pero en la entrevista con NYT dejó matices que entreabren una ventana a un desplazamiento de fechas. “Por supuesto, estamos considerando numerosos escenarios pero al contrario que otras organizaciones deportivas o ligas profesionales, nosotros tenemos aún cuatro meses y medio hasta los Juegos. Ellos son más optimistas incluso que nosotros, porque han pospuesto sus competiciones a abril o finales de mayo. Y aquí estamos hablando de finales de julio”, expresó el mandatario alemán, que ve la gran misa del deporte como “una luz al final del túnel”. La victoria sobre la enfermedad.
Los ‘numerosos escenarios’ que contemplaría el COI son varios. Uno: ocupar las fechas de los Paralímpicos (25 de agosto-6 de septiembre) y mover estos, pero ofrecería poco margen y profesionales como los de NBA, el golf o el tenis, que se plantean jugar en verano, podrían quedar fuera. Dos: irse a octubre, como en los Juegos de 1964. Ahí, chocaría con las temporadas de los deportes de Estados Unidos y entraría en conflicto con la NBC, que pagó por los derechos de televisión (exceptuando Europa) 4.100 millones de euros por el ciclo 20142020 y ya ha comprometido 6.500 para el de 2021-2032. Tres: esperar un año y celebrarlos en 2021. La pega, los años impares son de Mundiales de grandes deportes, como atletismo o natación, pero parece solucionable con las federaciones internacionales. Y cuatro, 2022. Dos años más tarde no chocaría con grandes eventos y el Mundial de fútbol de Qatar ya está programado en noviembre. Supondría, eso sí, ‘traicionar’ a muchos deportistas que perderían definitivamente el tren olímpico.
El dinero no parece ser problema para Bach, que advierte que el COI “no tiene problemas de tesorería”. Se trata de aguantar al máximo por si el Covid-19 afloja y, si no, tener lista la alternativa que cause el menor daño a Japón, sus socios comerciales y los atletas.
Mientras, dentro de Japón también se van abriendo grietas y surgen voces que piden un aplazamiento. Como la de Kaori Yamaguchi, bronce en judo en Seúl 1988 y miembro del Comité Olímpico de Japón. “Con las noticias que llegan de Estados Unidos y Europa, no creo que la situación permita a los deportistas entrenarse debidamente. El COI está poniendo a los atletas en peligro”. Todo, mientras los relevos de la antorcha aguardan a arrancar el jueves 26 de Fukushima. Sin público.
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