El final de temporada adelanta la llegada del mercado estival
los vestuarios ni duchas... Incomodidades pero alegría.
“¡Me he sentido como una niña pequeña volviendo al cole!”, exclamaba la triplista Patricia Sarrapio, que pudo por fin ver a su entrenador, Juan Carlos Álvarez, y a compañeras como Leticia Gil o Juliet Itoya. “Esto significa retomar nuestro día a día, aunque con precaución. No he saltado, ¡pero mañana (por hoy) saco ya los clavos!”, apuntaba con ganas. La madrileña (37 años) optó por dejar de dar clases de Primaria en el Colegio Gredos San Diego para quedarse sólo como profesora de extraescolares de atletismo y centrarse en ir a sus terceros Juegos, y la pandemia le trajo un ERTE además del parón en los entrenamientos. “Pero volver a la pista aquí es ver la luz. Dejarlo hubiera sido lo fácil, así que voy a apostar por seguir un año más”, expresaba optimista.
Al grupo de Sarrapio no se incorporaron Pablo Torrijos ni Eusebio Cáceres, ya que no son de Madrid y la Residencia Blume, donde se alojan 294 deportistas, seguirá cerrada hasta entrar en fase 2 (Madrid sigue en la 0). Al lado, Martín Berlanas entrenaba a Yago Rojo. Sara Andrés, plusmarquista mundial paralímpica de 100 metros, colocaba el móvil en la pista para que su técnico, Carlos Llanos, supervisara por videoconfencia su entrenamiento, pues aún no había realizado la prueba médica... Todos guardando diez metros de distancia, con una calle libre en medio, desinfectando su material al acabar, con las fuentes clausuradas. “Somos pocos aún, pero concienciados”. Al mismo tiempo, en Sant Cugat iban retornando la campeona olímpica Mireia Belmonte, el marchador Chuso García Bragado, el tenista Marcel Granollers...
Sin abrazos. “Sentir el tartán de nuevo es una gozada, me ha producido hasta emoción”, describía Sara Andrés. “No he podido dar un abrazo a mi compañero Alberto Ávila, pero poder reencontrarnos ya es algo. En el CAR pasaba habitualmente más de cuatro horas al día, algunos en doble sesión, así que estoy