AS (Catalunya)

Tacón de oro y

Una genialidad de Benzema, culminada por Casemiro, le dio el triunfo a un Madrid apagado

- LUIS NIETO

Hace tiempo, desde que Cristiano se bajó del barco, que Karim Benzema ha comenzado a entender mejor el juego y a entenderse mejor a sí mismo. Fue un genio en la botella, un mago que no lo era para todos los partidos ni para todos los rivales. Ahora ese jugador al que parecía resbalarle todo patronea al Madrid y le saca de partidos boscosos como el de Cornellà, en el que el Madrid abrió hueco con un Barça al que el regreso del fútbol le ha pillado mirando al techo y al VAR. Un taconazo de platino del francés marcó la diferencia en el marcador. También existió en el juego, pero no siempre al Madrid le servirá esa peatonaliz­ación del fútbol para salir vivo de las seis finales que le quedan. Y necesitará más de Hazard, que ha pasado de virtuoso a virtual.

En Cornellà, pese a la paliza pospandémi­ca y la condición de colista del Espanyol, Zidane tampoco tocó a sus cinco intocables: Courtois, Carvajal, Ramos, Varane y Benzema. La insistenci­a no sólo revela la fortaleza del repóquer sino que también es un indicador fiable de por dónde flaquea el banquillo: existe una diferencia galáctica entre el portero y los defensas titulares y sus repuestos, excepción hecha de Marcelo y Mendy, que mantienen su carrera de relevos, y no hay plan B sostenible para Benzema en estos dos años de versión caníbal. El resto es mutable para el técnico, incluido Vinicius, que por un momento no sólo echó la puerta abajo sino también a Hazard de su puesto. Otra cosa es sacarle del once, que para tanto no da el estirón del brasileño. Especialme­nte volátil es la plaza de la derecha del ataque. Cinco partidos y cinco huéspedes. Por ahí contenta a unos cuantos Zidane. Esta vez le tocó a Isco, cuya alineación también fue un mensaje: subió el volumen del control y bajó el del vértigo.

El Espanyol llegó al duelo con el tiro de gracia. La victoria del Eibar en Granada le alejaba diez puntos de la permanenci­a. Así que lo de Rufete sonaba a crimen y castigo: él hizo el equipo y él le acompañará a Segunda. Recuperó a Bernardo y Cabrera, los centrales titulares, y también a De Tomás. Los ex los carga el diablo, porque son futbolista­s que se quedaron en el casi, que rozaron el primer equipo sin pisarlo, que pudieron ser y no fueron. Y llegan a estos partidos con el orgullo en carne viva.

También lo tiene el Espanyol, fundador de LaLiga y con 85 años en Primera, que entró en el partido subido en el acelerador y con un retoque táctico que de salida sorprendió al Madrid: Wu Lei vencido a la derecha y Embarba de segundo punta. Aquello duró lo que ha durado todo lo bueno en el Espanyol este curso, un pestañeo. El Madrid fue sosegando el juego y dominando el partido desde el manejo y con Casemiro como centro de gravedad. Estuvo en todas las salsas en esos primeros minutos:

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Benzema es felicitado por Hazard, Isco, Valverde y Casemiro tras su genial pase de tacón a este último, que le señala con el dedo.
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